El mercado de La Buena Vida, una iniciativa para poner en contacto a productores y consumidores sin intermediarios, celebra su primer aniversario rodeado de embutidos ecológicos, huertas sostenibles y con la cifra de 30.000 visitantes y 120 productores a lo largo de todo un año.
María Álvarez, una de las dos emprendedoras del mercado, apunta que en este espacio de encuentro se puede encontrar desde queso y cerveza artesana hasta miel ecológica. Además de “favorecer el consumo de cercanía”, sostiene Álvarez, apoya con la compra a proyectos sociales que los productores tienen detrás, como por ejemplo “la recuperación del empleo en zonas rurales, el desarrollo local o la conservación de especies”.
Este es el caso de Biobardales, un proyecto que empezó en 2001 para impulsar el embutido como “antiguamente se hacía”, describe uno de sus responsables, Luis Martín, que ha ayudado a impulsar una zona de Segovia a la que no llegó la industrialización.
El proceso ecológico de sus embutidos empieza desde la alimentación del cerdo, con cereales, leguminosas y forraje ecológico, hasta incluso la medicación de la cabaña, donde los animales deben ser medicados de forma homeopática.
Este sistema de mercado, conocido mundialmente como “Farmer’s Market”, nació en Estados Unidos, aunque hay zonas de Europa donde está bastante expandido, sostiene Álvarez, quien manifiesta que es un nicho de mercado todavía inexplorado en España.
“En prácticamente todas las ciudades de Reino Unido, Grecia, Alemania o Italia pueden encontrarse estos mercados sin excepción pero en casi todas las regiones de España no existen y creo que sería bueno extender este tipo de iniciativas”, añade Álvarez, quien cree que no toda la comercialización debe ser entre consumidor y cliente, aunque sí es bueno que “se establezcan puntos de encuentro”.
Los productores vienen de Murcia con mermeladas artesanas, de Asturias con salmón ahumado o con verduras desde el pueblo burgalés de ochenta habitantes San Llorente de la Vega, donde nació la huerta ecológica Canal de Castilla, formada por cinco mujeres.
“Uno de los propósitos es que la juventud no se marche fuera a trabajar y que se quede en el pueblo”, detalla una de las responsables, Sonia de Celis, quien defiende que una de las principales ventajas es el precio menor del que se beneficia el consumidor y la “fiabilidad” de que el producto sea ecológico.
No obstante, el camino para conseguir el sello ecológico no es un proceso fácil, ya que los productores tienen que atenerse a unos plazos y condiciones específicas.
“Hasta los cuatro años no dan el sello ecológico porque el terreno tiene que acondicionarse para liberarse de productos químicos anteriores”, afirma Celis, para añadir que para combatir las plagas se utilizan productos naturales como por ejemplo las ortigas.
Curioso es también el caso de Ana Izarzugaza, apicultora de miel ecológica, que explica cómo es el proceso ecológico en su elaboración: “Hacemos la miel en los montes de Asturias y es ecológica porque las abejas están tan lejos que nunca llegan a posarse en los cultivos industriales”.
El mercado de la Buena Vida celebra su primer año en el punto de encuentro social HUB de Madrid, donde los visitantes han degustado queso artesano, vino ecológico, mermelada de cerveza y ginebra artesana sin intermediarios o pan ecológico, hecho por ejemplo por Alba Sánchez, que con dos carreras y un doctorado decidió montar una panadería con estos productos.
EFEVerde