Los modelos climáticos que manejan los científicos alertan de que, en unos años, las olas de calor aumentarán su intensidad, frecuencia y duración. La tendencia tendrá especial impacto en los climas desérticos y, sobre todo, en las aves de menor tamaño que las habitan. Si en la actualidad las olas de calor en el desierto producen episodios puntuales de mortalidad en especies como el colibrí de Allen, el incremento de estos fenómenos extremos traerá consigo más muertes. Es una de las conclusiones que se desprende del informe The Messengers.
Podría parecer lo contrario, pero los pájaros del desierto son especialmente vulnerables a las olas de calor. Se debe a su menudo tamaño, su gran actividad durante el día y a su adaptación a un hábitat como el desierto, donde la temperatura es la misma durante casi todo el año. Por eso, cuando surge una temporada de calor intenso, las mortalidades a gran escala se disparan. En 2011, por ejemplo, una ola de calor de dos días acabó con la vida de más de 200 ejemplares de cacatúa negra en el sudoeste de Australia.
Para determinar la influencia del cambio climático sobre la supervivencia de este tipo de aves, los investigadores Andrew E. McKechnie, de la Universidad de Pretoria, y Blair O. Wolf, de la Universidad de Nuevo México, analizaron las necesidades de agua y esperanza de supervivencia de 27 especies de aves en desiertos de Estados Unidos y Australia. Compararon su situación actual con la que se predice para 2080 y, como era de esperar, comprobaron que los requisitos para sobrevivir serán significativamente superiores, sobre todo para los pájaros de pequeño tamaño.
“Las olas de calor no sólo afectan a las aves de los desiertos: al igual que ocurre con el resto de los seres vivos, el calor obliga a las aves a realizar un mayor gasto energético y genera un mayor estrés fisiológico para afrontar sus actividades cotidianas. A ello se añade la escasez de agua: las altas temperaturas someten a una mayor evaporación a los ya mermados niveles hídricos que existen en los humedales de ámbito mediterráneo, como es el caso de España, y hace que las fuentes habituales en las que beben y se refrescan sean menos predecibles. Esto implica un más esfuerzos en la búsqueda de recursos y, en muchas ocasiones, mayores desplazamientos para encontrar alimento y agua. Todo esto afecta a la supervivencia de los individuos de muchas especies”, indica el biólogo y experto en fenología de SEO/BirdLife, Blas Molina.
Yolanda – Ecoativa
Fuente: SEO/BirdLife