- Voluntarios de ambas organizaciones desarrollarán trabajos de mantenimiento en el souto de castaños plantados en 1999 para mejorar las condiciones ecológicas del monte A Madroa (Vigo)
- La recuperación del bosque atlántico gallego con especies autóctonas ha mejorado la biodiversidad, la lucha contra el cambio climático y la resiliencia ante incendios
- La Comunidad de Montes de Teis y otras comunidades de montes han sido distinguidas por la ONU por sus buenas prácticas para recuperar la biodiversidad
Voluntarios de Greenpeace volverán este domingo a colaborar con la Comunidad de Montes Vecinales en Mano Común de Teis (Vigo, Pontevedra) en su monte de A Madroa, con el objetivo de celebrar una jornada de conocimiento del proyecto de recuperación del monte de esta parroquia viguesa y realizar trabajos de mantenimiento en el souto que se plantó hace 20 años con la colaboración de Greenpeace.
Tras más de dos décadas de trabajo, los Comuneros de Teis han demostrado que su visión de recuperar el bosque atlántico en el monte de A Madroa no fue una quimera. Además de continuar con la eliminación de las especies invasoras, las especies propias del bosque atlántico gallego, plantadas durante dos décadas en el proyecto “Echando Raíces”, conforman hoy en día una masa forestal de sumo interés por su biodiversidad.
“Este año se cumplen 20 años del comienzo de la colaboración de Greenpeace con la Comunidad de Montes en Mano Común de Teis” ha señalado Manoel Santos, portavoz de Greenpeace en Galicia. “Aunque todavía queda mucho por hacer, los comuneros han demostrado que es posible apostar por la recuperación del bosque atlántico gallego, aumentar la biodiversidad del bosque, contribuir a la lucha contra el cambio climático y reducir el impacto y la virulencia de los incendios forestales”.
A Madroa es un pequeño monte periurbano del municipio de Vigo propiedad de sus vecinos y situado en la parroquia de San Salvador de Teis. Tras más de medio siglo de usurpación por parte del Estado, la recuperación del régimen de propiedad comunal comenzó en 1997. Cuando A Madroa volvió a la categoría de Monte Vecinal en Mano Común, en 1998, la práctica totalidad del monte estaba cubierta por una repoblación de Pinus pinaster (piñeiro bravo o pino gallego) con una edad de entre 40 y 55 años y en una situación fitosanitaria muy mala. Bajo esta cubierta arbórea, la mayor parte del monte estaba infestada de una especie invasora muy difícil de erradicar: la acacia negra (Acacia melanoxylon).
Greenpeace y la Comunidad de Montes de Teis firmaron un acuerdo en 1998 para colaborar en la recuperación de las condiciones naturales de A Madroa y, de manera especial, en la sustitución progresiva de las especies invasoras por especies propias del bosque atlántico.
En el invierno de 1999, una vez eliminada la masa de piñeiro y acacia negra, se llevó a cabo la plantación de especies arbóreas y arbustivas propias del bosque atlántico gallego: Castiñeiro (Castanea x hybrida), Carballo (Quercus robur), Acivro (Ilex aquifolium), Érbedo (Arbutus unedo), Estripeiro (Crataegus monogyna), Loureiro (Laurus nobilis), Nogueira (Juglans regia) y Pereira brava (Pyrus cordata).
Más de 20 años después, este pequeño rodal es un precioso bosque con portes considerables que demuestra que otra política forestal es posible, y es también una prueba fehaciente de que es posible restaurar los montes gallegos y aumentar su biodiversidad y resiliencia al fuego.
Distinción de las Naciones Unidas
Naciones Unidas distinguió en 2018 a las comunidades de montes gallegas de Froxán, Covelo y Teis por su eficacia en la conservación. Figuran en una lista de buenas prácticas bajo las siglas en inglés ICCA, “Áreas Conservadas por Comunidades Locales”. Esta certificación es un reconocimiento de los valores sociales, ambientales y económicos de la experiencia comunal, experiencia avalada y promovida desde la oficina de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, PNUMA-WCMC. Los Montes Vecinales son una herramienta de gobernanza comunal, una forma de copropiedad de origen germánico, con la que los vecinos pueden tomar decisiones directas mediante el consenso sobre el territorio que habitan
Manoel Santos | Greenpeace