- La DANA o ‘gota fría’ es un fenómeno natural en el clima Mediterráneo, aunque todos los expertos auguran que el cambio climático traerá más episodios de este tipo y de mayor virulencia.
- Ante el reto de la crisis climática, las respuestas deben ir dirigidas a reducir la exposición y la vulnerabilidad de la población, y especialmente a mejorar la conciencia pública e incrementar la percepción del riesgo, lo que sin duda reducirá los daños ocasionados.
- Para SEO/BirdLife es necesario y urgente el riguroso cumplimiento de la planificación de prevención existente y la coordinación entre todas las administraciones implicadas, que integre el urbanismo, las infraestructuras y la gestión forestal y agraria.
Las inundaciones son el fenómeno natural que mayores daños personales, materiales y sociales producen en España. A lo largo de la historia, la política aplicada para su gestión ha consistido en luchar contra ellas, de forma estructural e intervencionista (diques, escolleras, canalizaciones, presas de laminación…), con el objetivo de eliminar por completo los daños y sus consecuencias.
Esta estrategia ha conseguido que se puedan reducir de forma muy escasa algunas avenidas, siempre las de menor identidad, pero a su vez ha limitado la percepción del riesgo que se ha trasladado a la sociedad y posteriormente a la toma de decisiones (como en la ordenación del territorio y el urbanismo). Igualmente, esta política ha causado un enorme daño ambiental en el estado ecológico de nuestros ríos y humedales, que a su vez han perdido su funcionalidad como ecosistemas, y han visto enormemente limitada su propia capacidad natural de amortiguación de estos eventos.
“Los enfoques tradicionales, junto a un urbanismo descontrolado, han resultado del todo insuficientes, y por supuesto no han eliminado el riesgo. Por el camino se ha incrementado la exposición de los asentamientos y las actividades económicas y, en ocasiones, la propia peligrosidad de estos fenómenos ha aumentado (p.ej. tan solo en la demarcación del Segura 386.335 personas se encuentra afectadas en zonas dentificadas como inundables). Concretamente, en la Comunidad Valenciana, según el PATRICOVA (Plan de Acción Territorial de Riesgo de Inundaciones) hay 600.000 personas viviendo en zonas con riesgo de inundación y 270 municipios afectados)”, explica Mario Giménez, delegado de SEO/BirdLife en Valencia.
SEO/BirdLife reconoce que España cuenta con un excelente Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables (SNCZI), que identifica las áreas de riesgo potencial significativo de inundación, los límites de los cauces, los caudales, las zonas de dominio público, etc., y que existe aún un margen de mejora. Revisar las áreas de riesgo de inundación para evaluar su la capacidad de protección, además de ser una obligación, es una herramienta clave y fundamental. Si bien, todo ello debe quedar integrado en unos planes de gestión del riesgo de inundación que incorporen medidas realistas y presupuestos de peso que permitan asumir estos episodios en nuestro territorio con las menores consecuencias posibles.
¿Los ríos están sucios?
Sin duda. Los ríos están extremadamente sucios, pero de ‘basuraleza’, no de ‘maleza’. Existe un rotundo consenso científico y técnico sobre la ineficacia de las conocidas “limpiezas” de los ríos, actuaciones puntuales en el tiempo y el espacio que pierden toda utilidad en las primeras horas de las crecidas.
Roberto González, responsable del programa de Aguas de SEO/BirdLife subraya que “la presencia de vegetación, y otros materiales naturales presentes en los ríos, juegan un papel fundamental no solo como sustento de una alta biodiversidad, sino también en la estructura de los ríos, en la reducción de la velocidad de las aguas, la estabilización de las orillas, sedimentos, cantos y bloques de los cauces y las playas, y la protección y laminación de las avenidas fluviales. Por otra parte, es cierto que muchos puntos de la región mediterránea presentan un problema añadido, que es la expansión de especies exóticas e invasoras, como la caña común, por ello consideramos que su eliminación se hace indispensable para mejorar la funcionalidad del ecosistema fluvial, si bien debe contar con un plan de restauración de la vegetación y los bosques de riberas originales. A pesar de ello, con cañas o sin ellas, si no mejoramos de forma drástica el estado ecológico de los ríos y sus áreas de influencia, las consecuencias de estos episodios no varían de forma apreciable. Más allá de actuaciones puntuales muy concretas (por ejemplo, en estructuras como puentes y zonas urbanas), la conocida como ‘limpieza de ríos’ no evita las inundaciones”.
¿Se pueden evitar por completo los daños de estos eventos?
Es evidente que no podemos evitar las inundaciones, que de manera natural se seguirán produciendo, y que en el escenario de cambio climático van a ser más frecuentes y de mayor intensidad. Ante la llegada de un episodio que descarga millones de metros cúbicos en un corto periodo de tiempo el objetivo debe ser reducir las consecuencias negativas producidas por las inundaciones. Por ello, la SEO/BirdLife indica que la lucha contra los efectos de las inundaciones debe pasar del enfoque tradicional basado en soluciones estructurales (encauzamientos, motas de defensa, limpiezas completas, dragados…), a medidas menos intrusivas, que a su vez suelen ser menos costosas y perjudiciales para el medio ambiente, como las dirigidas a la restauración forestal y fluvial, la adecuada ordenación del territorio, la mejora de la capacidad de adaptación de los lugares afectados, cada vez más impermeabilizados por construcciones e infraestructuras, y la disminución de la vulnerabilidad en las zonas inundables. En definitiva, devolver su espacio a los ríos reduciendo la ocupación de las zonas inundables y mejorando la resiliencia donde no se puedan reducir estas ocupaciones. Esto únicamente será posible con una coordinación entre las diferentes políticas que afectan al territorio (agricultura, urbanismo, forestal, industrial, turismo, etc.). De nada servirán unos buenos mapas si cada política sectorial sigue caminos diferentes, o incluso frontales. “Es necesario y urgente el riguroso cumplimiento de la planificación de prevención existente y la coordinación entre todas las administraciones implicadas, que integre el urbanismo, la infraestructuras y la gestión agraria y forestal”, advierte González.
El aprendizaje y el futuro
SEO/BirdLife recuerda que ante el reto de la crisis climática, las respuestas deben ir dirigidas a reducir la exposición y la vulnerabilidad de la población, y especialmente a mejorar la conciencia pública e incrementar la percepción del riesgo, lo que sin duda reducirá los daños ocasionados.
“La información sobre las áreas de inundación y sus posibles afecciones que dispone cada confederación hidrográfica, así como el detalle pormenorizado de la información aportada por Agencia Estatal de Meteorología, son sin duda un trabajo técnico de gran valor para trabajar en posteriores situaciones similares, que debe llegar al territorio a través de las administraciones locales”, explica Roberto González.
SEO/BirdLife insiste en que España dispone de calidad técnica y científica más que destacable, pero de poco sirven los buenos diagnósticos si no se aplican las medidas adecuadas. De hecho, un evento puntual como el vivido no se puede atribuir de forma directa al cambio climático, si bien es cierto que las tendencias actuales y todas las predicciones cuadran con episodios similares cada vez más intensos y frecuentes.
“Por ello, lo adecuado sería utilizar este episodio como una práctica real de lo que está por llegar. Sin duda, no existe una solución ni fácil, ni definitiva, ni común en el territorio. Lo que sí está muy claro es que no nos podemos permitir que el debate social siga siendo el mismo que nos ha traído hasta aquí, porque ello reincidirá en soluciones ineficaces, y seguirá aumentando la exposición al riesgo”, concluye el responsable de Aguas de SEO/BirdLife.
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