- Greenpeace demanda al Ministerio para la Transición Ecológica que no se renueve la licencia, prevista para el 20 de marzo y continúe 10 años más
- Una década después del accidente de Fukushima, las nucleares europeas aún no cumplen todas las recomendaciones de seguridad derivadas del accidente
A primera hora de la mañana, activistas de Greenpeace han cerrado el acceso de la central nuclear de Cofrentes (Valencia), para pedir al Gobierno que no repita el error cometido hace 10 años al conceder una nueva licencia de funcionamiento a la central. Con un bidón, cadenas y pancartas con el lema “Cierre Nuclear: No más Fukushimas” la organización ecologista demanda que no se renueve la licencia de la central, prevista para el próximo 20 de marzo.
Hoy es el 10º aniversario del accidente nuclear de Fukushima y hace 10 años Greenpeace también realizó una acción de protesta en la nuclear de Cofrentes para pedir que no le renovaran la licencia. El mismo 11 de marzo de 2011, mientras comenzaba el accidente de Fukushima, se publicaba en el BOE (1) la nueva licencia para Cofrentes que expira el próximo 20 de marzo. Iberdrola, que es la empresa propietaria, en vez de aprender de las consecuencias del accidente de Fukushima, denunciaba a Greenpeace y a sus activistas exigiendo más de tres años de cárcel (finalmente en 2016 fueron declarados inocentes).
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“En estos 10 años no hemos aprendido las lecciones derivadas de Fukushima. Sabemos que las nucleares están envejecidas y no son necesarias para mantener la seguridad de suministro y, sin embargo, a todas les están renovando sus licencias, sin participación pública ni ninguno de los criterios que hoy se exigen para cualquier instalación energética por pequeña y renovable que sea”, ha declarado Raquel Montón, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace: “Iberdrola quiere ser el referente de las energías renovables, pero pide una reducción de impuestos para sus nucleares. Esto va mucho más allá del greenwashing: Ignacio Sanchez Galán lo que plantea es un timo”.
Fukushima, lecciones no aprendidas
Se conocían los riesgos reales y se ignoraron. El informe de la Comisión de investigación del Parlamento japonés (ver página 16) destaca como conclusión primera y fundamental que el accidente nuclear tuvo causas humanas y podía haberse evitado. El terremoto y el tsunami fueron solo el desencadenante; el desastre procede de los errores del Gobierno japonés, de los reguladores y de la industria nuclear.
La radiactividad es imparable y los planes de emergencia y evacuación fracasaron. 10 años después la descontaminación parcial que se está llevando a cabo solo se ha logrado en el 15 % de la zona afectada por la radiactividad y la gente está siendo obligada a volver. Greenpeace ha realizado 32 investigaciones en estos 10 años que lo confirman.
Se destaparon graves deficiencias en la seguridad nuclear. En Europa, se llevaron a cabo pruebas de resistencia para tratar de mejorarlas, pero se ha dedicado más esfuerzo en evitar implementarlas que en ponerlas en marcha y reducir riesgos.
Cofrentes tampoco aprende de su pasado
En sus 37 años de vida operativa, la central nuclear de Cofrentes (3) ha sufrido una larga serie de fallos y problemas de seguridad sin resolver.
Hasta 2011, hay que destacar los problemas de corrosión que obligó a sustituir todo el sistema de accionamiento de las barras de control de la vasija del reactor (una parte de ellos incluso dos veces), los reiterados fallos en la apertura de las válvulas de alivio del sistema primario, el aumento de las dosis recibidas por la plantilla en el mantenimiento y el desafío a los márgenes de seguridad en los sistemas de refrigeración.
Desde 2011, la cultura de seguridad de la instalación no ha mejorado mucho. Por ejemplo, en 2017, tras ignorar los indicativos de que había un problema, se produjo la rotura de una gran válvula del circuito primario, cuyos fragmentos llegaron a la vasija del reactor y, encadenados con otras dos averías en la turbina y en los accionadores de las barras de control, obligaron a prolongar la parada para recarga durante varios meses. Tampoco se han completado todos los requerimientos derivados de las pruebas de resistencia que se están implementando a consecuencia del accidente nuclear de Fukushima.
Generación de empleo y ahorro eléctrico: oportunidades del cierre nuclear
Según el informe elaborado por la consultoría independiente Abay Analistas Económicos y Sociales para la organización ecologista, el impacto económico de las actuaciones ligadas al desmantelamiento, la gestión de los residuos y la sustitución de la energía nuclear por otras fuentes supondría la creación neta de unos 300.000 empleos, de los que 100.000 corresponden al desmantelamiento de las nucleares y 200.000 a la instalación de nueva potencia renovable. Además, implicaría un aumento del PIB de unos 20.000 millones de euros.
En España, la electricidad vale más de lo que cuesta porque, debido al diseño del mercado eléctrico marginalista, se paga al mismo precio el gas, el carbón, la nuclear, la hidráulica y las renovables, independientemente de su valor real; por ello, algunas fuentes de generación de energía están sobre retribuidas (nucleares e hidroeléctricas), especialmente en la coyuntura actual.
“Cerrar las nucleares será un alivio para la seguridad, un incremento del PIB y un respiro para el mercado eléctrico mientras llega su imprescindible reforma”, ha concluido Montón.
Raquel Montón | Greenpeace