Un informe de WWF y Tesco eleva a 2 500 millones de toneladas los alimentos desperdiciados en el mundo, lo que equivale aproximadamente al 40 % de todos los alimentos producidos. Este nuevo análisis revela que desperdiciamos 1 200 millones de toneladas más de alimentos de lo que se calculaba, ya que por primera vez se cuantifica el desperdicio en las explotaciones agrícolas. El problema es de tal magnitud que, en opinión de WWF, debe ser abordada en la pre-cumbre de sistemas alimentarios de la ONU que tendrá lugar del 26 al 28 de julio. La organización también pide que se incluya en la futura Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario del Ministerio de Agricultura.
El informe ofrece una fotografía más completa de la pérdida y desperdicio de alimentos en el mundo y analiza las pérdidas asociadas a las cosechas, unos datos que no se incluyen por ejemplo, en el Índice de la FAO, que solo contempla las pérdidas posteriores a la cosecha y acumuladas a lo largo de las cadenas de suministro.
La producción de alimentos utiliza una enorme cantidad de tierra, agua y energía, por lo que el desperdicio de alimentos tiene un impacto significativo en el cambio climático. Las estimaciones anteriores sugerían que el desperdicio de alimentos genera el 8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los nuevos datos del informe indican que las cifras son aún más importantes, y apuntan a una contribución de aproximadamente el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto equivale a casi el doble de las emisiones anuales producidas por todos los coches que circulan en Estados Unidos y Europa.
A medida que se expande el uso de los recursos agrícolas en todo el mundo, se utilizan 440 millones de hectáreas de tierra agrícola y 760 000 hm3 de agua para producir los 1 200 millones de toneladas de alimentos que se pierden antes, durante y después de la cosecha o se desvían a otros usos como la alimentación animal y el biocombustibles. Esto equivale a un área mayor al subcontinente indio y a un volumen de agua similar a 304 millones de piscinas olímpicas. Un dato que no incluye los recursos adicionales utilizados para producir alimentos que se desperdician más adelante en la cadena de suministro.
El informe, además, muestra que contrariamente a lo que podría pensarse las pérdidas per cápita en las explotaciones agrícolas suelen ser mayores en las regiones industrializadas. A pesar de contar con una mayor mecanización en las explotaciones y de tener solo el 37 % de la población mundial, los países de renta alta y media de Europa, América del Norte y Asia industrializada contribuyen al 58 % del desperdicio mundial de las cosechas.
«A pesar de que sabemos desde hace años que el desperdicio de alimentos es un grave problema también a pie de campo, se suele minimizar. Este informe nos muestra que es posiblemente mayor de lo que habíamos pensado. Si tenemos en cuenta que hoy, en el planeta, hay casi 800 millones de personas que pasan hambre cada día, al impacto ambiental hay que sumar esta emergencia social», afirma Celsa Peiteado, responsable del programa de Alimentación Sostenible, de WWF España.
Y concluye Peiteado: “Los datos son alarmantes: se desperdicia suficiente comida como para alimentar a todo el mundo hasta 2050. Podríamos alimentar a todas las personas que pasan hambre en el planeta más de siete veces”
El informe pone de manifiesto que la sociedad no podrá alcanzar un futuro de 1,5ºC si no aborda el desperdicio de alimentos, especialmente en las explotaciones agrícolas. Un asunto que en los preparativos de la COP 26 se ha pasado por alto, pero que requiere una atención urgente.
A juicio de WWF, para lograr una reducción significativa del malgasto de alimentos, los gobiernos y los agentes del mercado deben tomar medidas para apoyar a los agricultores de todo el mundo y comprometerse a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en todas las etapas de la cadena de suministro.
La administración española debe cuantificar el desperdicio alimentario en todos y cada uno de los eslabones de la cadena, comenzando a pie de campo, analizar las causas, especialmente las estructurales (sobreproducción, saturación del mercado, etc.) y poner en marcha todas las medidas necesarias para reducirlo a la mitad en 2030. WWF solicita que esta información se tenga en cuenta en la futura Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario que está elaborando el Ministerio de Agricultura, así como el futuro Plan Estratégico de la PAC, que incluye por primera vez el despilfarro en un objetivo específico. Además, que se cuente con las entidades sociales y ambientales, dado el carácter estratégico del tema.