Greenpeace ha constatado con imágenes aéreas cedidas por la Mesa de la Ría de Huelva cómo se están vertiendo lodos tóxicos y altamente contaminantes a escasos metros de Mazagón y junto a espacios protegidos como el Parque Nacional de Doñana y la Reserva de la Biosfera Marismas del Odiel. La balsa 4, con capacidad para albergar dos millones de toneladas de lodos, que está siendo utilizada está dentro del paraje Natural, LIC (Lugares de Importancia Comunitaria) y Reserva de la Biosfera “Marismas del Odiel”, dentro de zona Ramsar y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) se sitúa a 1.000 metros frente a las playas de la localidad de Mazagón, a 3.500 metros del espacio Natural de Doñana y a 6 km de las playas del Espacio Natural de Doñana.
Estos vertidos tóxicos se están realizando con la total permisividad y autorización del Puerto de Huelva, dependiente de Puertos del Estado.
“Según la Ley de Costas, estas balsas son ilegales, al estar en dominio público marítimo-terrestre. Contienen materiales tóxicos y contaminantes extraídos de la ría de Huelva y se han construido dentro de la reserva de la biosfera Marismas del Odiel, lo que ha sido denunciado ante Bruselas por vulneración de directivas europeas”, ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de agua de Greenpeace.
En 2018 Greenpeace, junto a la Mesa de la Ría de Huelva, denunciaba como la Junta de Andalucía pretendía recalificar espacios naturales protegidos para usarlos como vertedero de residuos tóxicos (balsa 4). Esta denuncia se realizaba ante la propia Junta y al Parlamento Europeo, por poner en riesgo a los habitantes de la zona (Huelva, Palos de la Frontera y Mazagón) y all valiosísimo entorno natural que alberga ecosistemas únicos en el mundo (Reserva de la Biosfera Marismas del Odiel, Parque Nacional de Doñana).
A pesar de ello, este mes de septiembre han comenzado las operaciones de dragado de la Ría de Huelva y el llenado de la balsa 4 objeto de la denuncia por parte de Greenpeace en 2018.
Por ese motivo, en agosto de 2018 Greenpeace realizó una acción en la zona para denunciar esta situación. Desplegó frente al espigón Juan Carlos I una pancarta de 50 metros de largo y seis de ancho con el lema “El mar no es una cloaca” y pancartas de mano con los mensajes “Marismas sin contaminación” y “El Parque Natural no es una cloaca” para exigir que los lodos tóxicos de las balsas de dragados se descontaminen y se trasladen a un lugar adecuado y que se ponga fin a la destrucción de este espacio protegido.
La balsa 4 se está utilizando para el dragado de sedimentos y restos de los vertidos del polo químico de Huelva. Estos vertidos contienen lodos contaminados (que ocupan ya una extensión de casi siete kilómetros y que incluye ya cuatro balsas). Éstas no están selladas ni tampoco impermeabilizadas por su parte inferior. Son acumulaciones de tierras tóxicas cubiertas por unos centímetros de arena y expuestas a la acción del mar, con niveles elevados de elementos químicos tóxicos como arsénico y plomo, entre otros. La dispersión de estos tóxicos al aire y las filtraciones por su fondo y paredes son continuadas al estar a merced de los fuertes temporales que tienen lugar cada año.
La contaminación puede dispersarse grandes distancias, algo extremadamente peligroso para los habitantes de las localidades más cercanas, la ciudad de Huelva y Mazagón, situadas a escasos kilómetros, y también para el entorno natural tan valioso que lo rodea, la reserva de la Biosfera de Marismas del Odiel, y el Parque Nacional de Doñana.
El dragado de los lodos de la Ría de Huelva tiene el objetivo de hacerla más profunda para permitir el paso de los grandes barcos que necesitan acceder a las industrias del polo químico de la ciudad que ha producido la contaminación de la zona. Se trata de una actividad dirigida a las necesidades de empresas privadas que pone en riesgo la salud de la ciudadanía y del medio ambiente.
Julio Barea,