El tiempo anticiclónico durante este invierno ha adelantado la floración de algunas plantas y la actividad de los insectos, principal alimento de muchas aves. Sin embargo, un invierno con temperaturas anormalmente altas y muy seco empeora las condiciones de una nueva temporada de cría para las aves.
Aunque la primavera astronómica comienza el 20 de marzo, su inicio es el 1 de marzo desde el punto de vista meteorológico, que este año parece encajar más con esta fecha debido a las condiciones meteorológicas de este invierno. Algunos picos continuos de temperatura por encima de los 20 ºC en febrero, han provocado un adelante generalizado de la primavera en España, especialmente en la mitad sur. No obstante, estas situaciones anormales producen desajustes y desequilibrios en la naturaleza.
Este tiempo anticiclónico sobre la Península desde el comienzo del invierno, con temperaturas propias de primavera unido a una reducción notable en las precipitaciones, está produciendo una alteración en la fenología de las aves y de las plantas. Así, se adelantan fenómenos como la reproducción, el comienzo de un nuevo periodo de cría, y la floración de árboles, arbustos y plantas anuales. La actividad de insectos y otros invertebrados ligados a temperaturas más altas también se incrementa.
Estos condicionantes hacen que en el caso de algunas aves consideradas sedentarias (no realizan migraciones) inicien la reproducción debido a que encuentran condiciones adecuadas para iniciar una nueva etapa de cría. Incluso en las zonas más meridionales o más cercanas a la costa se producen ya los primeros vuelos de pollos. Plantas anuales que comienzan a formar, no solo flores sino también semillas, insectos disponibles para la alimentación, entre otros recursos, facilitan que aves como el serín verdecillo, el mirlo común, el verderón común, el jilguero común o la tórtola turca se encuentren ya con recursos para asegurar las nuevas generaciones. Incluso aves con condicionantes más exigentes pueden adelantarse en la reproducción como el buitre negro o el quebrantahuesos.
Sin embargo, este adelanto reproductivo, genera desajustes en el desarrollo normal de las crías. De hecho, previsibles cambios drásticos en las condiciones meteorológicas en las próximas semanas, propios de la primavera, pueden hacer fracasar algunas puestas.
Incluso en el desajuste entre insectos polinizadores que se activan por la altas temperaturas y disponibilidad de flores tiene repercusiones tanto en las siguientes generaciones de insectos como de frutos y semillas en las plantas. Esto repercutirá en los recursos disponibles para la supervivencia de las aves insectívoras y frugívoras, y condicionará el desarrollo de los pollos de muchas especies.
En el caso de las aves migratorias, el proceso de adelanto y retraso de la fenología no se produce como una respuesta inmediata a episodios como el que estamos viviendo este invierno de temperaturas impropias de la estación. Los cambios y adaptaciones son un proceso lento y transitorio.
Inviernos más cortos
En los meses de febrero y marzo algunas especies como las grullas o los gansos abandonan la Península rumbo al centro y norte de Europa. En cambio, otras muchas que pasaron el invierno en África como la golondrina, el avión común, el cernícalo primilla, el milano negro o el críalo regresan en esta época a las tierras ibéricas para reproducirse. Según explica Blas Molina, técnico del área de Ciencia Ciudadana de SEO/BirdLife, “la fecha de llegada o partida de las aves, la reproducción, floración, fructificación o aparición de los insectos – conocido como fenología–, puede variar cada año dependiendo de las condiciones meteorológicas, lo cual es un fenómeno normal.
De momento, es demasiado pronto para valorar la llegada de especies que pasan el invierno en África, pues la fenología de cada una de las especies depende de diferentes variables como las condiciones en las zonas de invernada y durante la migración. Por ejemplo, el estrecho de Gibraltar y el mar Mediterráneo funciona como una puerta de entrada a Europa, y el predomino de vientos de Levante con tiempo anticiclónico afectan al cruce de aves entre continentes”.
Otras barreras como las montañas son puertas el paso migratorio de aves, como es el caso de los Pirineos. Así, especies como las grullas, con buenas condiciones meteorológicas, reducen sus paradas en humedales como la laguna de Gallocanta o el embalse de la Sotonera para cruzar esta cordillera ruambo al centro y norte de Europa. En cambio, cuando predominan las malas condiciones meteorológicas sus paradas en estos humedales son más largas, a la espera de mejores condiciones ambientales.
Aves y Clima
Para entender estas variaciones a lo largo de una serie de años y poder estudiar y conocer el comportamiento de las aves asociados al clima, desde hace 15 años SEO/BirdLife desarrolla Aves y Clima. Se trata de uno de sus programas de Ciencia Ciudadana que recoge las fechas de los diferentes eventos biológicos de las aves y su entorno, como la llegada de las especies de aves tras sus largos viajes migratorios, para una misma localidad o área (Estación de Fenología) cada temporada. El registro continuado de estos y otros muchos datos proporciona una base sólida para detectar cambios en la fenología de las especies. En su base de datos, que cuenta ya con 110.000 registros, colaboran más de 200 personas de forma voluntaria.
Gracias a la labor de voluntarios y voluntarias podemos conocer cada año la llegada de las primeras golondrinas, pero también el inicio de la floración de los almendros o en qué fecha se ven las primeras abejas volando. Este año, el adelanto climático de la primavera está ocasionando desajustes tanto en la floración de muchas plantas, el desarrollo de insectos y por tanto en la alimentación de las aves. Todos estos cambios quedarán registrados en Aves y Clima, para poder compararse con años previos y extraer conclusiones sobre la fenología de aves, plantas e insectos a medio y largo plazo.
Foto: Serín verdecillo en un almendro en flor. © Antonio J. González López