Ante la falta de lluvias y temperaturas anormalmente cálidas, que está poniendo en jaque a nuestros agricultores y ganaderos, Fundación Global Nature analiza la situación actual basándose en su experiencia a pie de campo, para tratar de analizar los impactos, la necesidad de inversión y las posibilidades de anticipar adaptaciones o soluciones
Desde hace unos años, la escasez del agua y otras consecuencias del cambio climático se están convirtiendo en una amenaza demasiado frecuente en nuestro país. Este invierno, con falta de lluvias y temperaturas anormalmente cálidas, adelanta meses complicados. El informe del IPCC de especialistas en cambio climático que se ha hecho público esta semana, avanza previsiones poco halagüeñas, como que las olas de calor que ahora se producen una vez cada 50 años tendrán lugar cada vez con más asiduidad, incluso todos los años, y hace balances devastadores como que los últimos 50 años, la pérdida de cosechas debido a la sequía y al calor extremo se ha triplicado en toda Europa. Ante esta situación, Fundación Global Nature analiza las consecuencias de la sequía que vivimos en diferentes ámbitos, basándose en su experiencia a pie de campo, para tratar de analizar los impactos, la necesidad de inversión y las posibilidades de anticipar adaptaciones o soluciones.
La realidad es que ahora acumulamos años de observaciones meteorológicas y cada vez tenemos mejores modelos climáticos con predicciones más precisas a medio plazo. Con la actual tendencia de calentamiento, Europa del sur será la zona más castigada y España, de las más vulnerables.
“Sabemos que este año no tiene precedentes en cuando a falta de precipitaciones, y en base a los modelos del ECMWF (Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo), podemos decir que en España batirá de nuevo otro triste récord. Antes esta situación, ni la primavera más lluviosa parece que podrá contrarrestar la falta de recarga hídrica que ocurre durante el otoño y el invierno en nuestros campos”, explica el coordinador de proyectos de Fundación Global Nature, Jordi Domingo. “Y no somos los únicos, un reciente estudio confirma que el periodo de sequía extrema que sufre California desde principios de siglo es el peor de los últimos 1.200 años, y para alejar cualquier atisbo de duda sobre el origen de esta anomalía, los autores incluso cuantifican el grado de responsabilidad del factor humano en todo este problema. Este año ha tocado sequía, pero no sabemos que puede ser lo siguiente», añade.
La inversión en cambio climático es rentable
La prestigiosa agencia de comunicación Futerra aseguró hace años que el cambio climático había dejado de ser un problema científico para pasar a ser un reto en materia de sensibilización: el reto está en sensibilizar a quien pueda actuar. Lo que es cierto es que es necesaria inversión y no sólo pública, sino de las grandes empresas que pueden marcar la diferencia: hay que conseguir que el cambio climático se integre en las estrategias empresariales, ligado directamente a sus balances anuales de ganancias y pérdidas. “Mientras nos decidimos a creer en lo inevitable, otros ya están pagando un precio muy alto”, apunta Jordi Domingo.
En este sentido, FGN ha desarrollado en los últimos meses en colaboración con diversos socios europeos y con Copernicus diversas herramientas enfocadas al sector agrario en el que se da un paso sustancial: traducir la información climática, en muchos casos compleja, poco adaptada a las necesidades del sector y difícilmente interpretable, a un lenguaje más cercano a los agricultores. Las olas de calor o la sequía se pueden describir con variables meteorológicas, pero en este caso se traducen en impactos calibrados específicamente para una zona, un cultivo e incluso fase de éste (por ejemplo, la cantidad de días que se sobrepasa una temperatura determinada y el grano de un cereal queda arruinado o la flor de un cultivo es estéril y no puede transformarse en fruto). Esta información permite a los gestores de estos espacios agrarios adelantarse a las condiciones que sufrirán a medio plazo y sobretodo hacerlo de una manera pragmática, con una información que son capaces de interpretar y posibilitando la puesta en marcha de estrategias de adaptación.
Es necesario visibilizar la dimensión de las consecuencias del cambio climático para cualquier negocio: el clima lo determina casi todo y leves ajustes mueven todas las piezas del tablero. “Unas simples variaciones pueden desencadenar restricciones de agua, contaminación atmosférica, desastres naturales, mayores necesidades energéticas, falta de suministro de ciertas materias primas o tensiones socioeconómicas. Poco importa a lo que se dedique la empresa, los efectos serán negativos. Algo que, por cierto, también predicen los estudios. Más allá de la ética es una cuestión puramente pragmática”, en palabras del coordinador de FGN.
Patricia Ruiz Rustarazo