Son decenas de miles de lechugas que están esperando a pudrirse en las fincas con lo que supone de «desperdiciado de millones y millones de litros de agua» que se extraen del acuífero Jumilla-Villena. Un lago subterráneo que «está declarado sobreexplotado» y advierten de que esta práctica no es nueva, sino que en los últimos años se llevan observando casos de abandonos de lechugas, melones, sandías, brócolis, coliflores, calabacines…
Las grandes empresas de cultivos de la Región de Murcia se han ido instalando en los últimos años en el Altiplano. Según datos de la plataforma, en la comarca suman ya unas 3.000 hectáreas de regadíos intensivos, una superficie que sigue aumentando año tras año, con unas 120 hectáreas más en lo que llevamos de 2022.
«Tememos que puedan seguir llegando más empresas debido a la situación crítica y lamentable en la que se encuentra el Mar Menor, huyendo de nuevas restricciones en el Campo de Cartagena», alertaba Alejandro Ortuño, portavoz del colectivo. «La cuestión es que estas empresas están trasladando los mismos problemas que han generado en el entorno del Mar Menor, con el agravante además de que puedan llegar a agotar todos los recursos de agua subterráneos de los que disponemos».
Este colectivo ciudadano denuncia que las empresas agrícolas reciben grandes cantidades de dinero público para toda la infraestructura de regadío, incluyendo grandes balsas de riego que han proliferado, «y a cambio intensifican los regadíos en el Altiplano y agotar los acuíferos», señala Ortuño, que además indica que, normalmente, la mayoría de productores que tienen acceso a estos fondos europeos, denominados «fondos operativos», en la práctica son grandes empresas organizadas como OPFH (Organización de productores de frutas y hortalizas), una figura jurídica que utilizan los grandes conglomerados de grupos empresariales y de inversores para poder acceder a estas ayudas.
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