La gestión del paisaje y los bosques es clave para evitar los graves daños ambientales, sociales y económicos que dejan atrás los incendios con miles de hectáreas calcinadas, paisajes destruidos y el riesgo para centenares de personas. Ante esta problemática global, que tiene graves repercusiones en nuestro país, WWF España considera que la prevención de incendios debe estar integrada en la propia gestión del territorio y convertirse en una tarea a desarrollar durante todo el año con la creación de paisajes cortafuegos.
Como ejemplo de ello, la organización señala el proyecto piloto que está llevando a cabo en Yátova y Dos Aguas (Comunidad Valenciana) con la creación de un paisaje mosaico, en el que acaban de finalizar la restauración de 50 hectáreas. Esta actuación, con la que se pretende prevenir la aparición de incendios, minimiza los riesgos de propagación y severidad del fuego e incrementa su resiliencia frente a nuevos incendios. Esta iniciativa pionera, con la que se recuperarán 125 hectáreas de zona quemada, plantea una forma de gestión del territorio que funciona como cortafuegos natural.
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El año 2022 ha sido el peor de los últimos 30 años, sólo superado por 1994, con el mayor número de hectáreas calcinadas de la última década, con más de 300 000. Los paisajes actuales aumentan el peligro de la repetición de incendios, una tendencia que en España se lleva produciendo desde hace años. En este sentido, una década antes, los incendios forestales arrasaron la Comunidad Valenciana. En Cortés de Pallás, se inició un incendio que se extendió a 13 municipios y tres áreas protegidas, incluyendo zonas muy sensibles para especies en peligro, como el águila perdicera y el halcón peregrino. El incendio arrasó con 30 000 hectáreas y provocó que miles de personas tuvieran que ser evacuadas.
En la Comunidad Valenciana existen grandes extensiones forestales consideradas de alta peligrosidad de incendio por el abandono del territorio y la falta de gestión. Solamente el 13 % de sus masas forestales cuentan con un instrumento de gestión, mientras que la media en España es del 20,3 %.
“Existe un gran riesgo de incendio debido a la falta de gestión, el abandono rural y el paisaje que se ha creado por los recurrentes incendios. En consecuencia, en caso de incendio, la propagación de las llamas puede ser mayor debido a la continuidad y disponibilidad de vegetación que actúa como combustible”, alerta Diana Colomina, coordinadora de Bosques de WWF España.
Según datos del informe ‘Paisajes cortafuegos’ de WWF España, siempre arden las mismas zonas y la tendencia de la inacción apunta a que volverán a arder entre 10 y 20 años ya que el paisaje es, junto a los episodios de meteorología extrema, el principal desencadenante del fuego. “La frecuencia de los incendios en este territorio dificulta la recuperación del ecosistema que podría regenerarse por sí mismo a largo plazo, por lo que se hace aconsejable realizar restauraciones que ayuden a establecer estructuras de bosque que sean más resilientes a incendios futuros”, argumenta Colomina.
El paisaje en mosaico conjuga la recuperación y puesta en valor de los usos tradicionales con la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. El modelo apuesta por la recuperación de los antiguos paisajes, en los que existen pastos con usos ganaderos extensivos, masas forestales bien gestionadas, cultivos extensivos y bosques autóctonos. Así, se busca ayudar a la regeneración natural, crear hábitats para la fauna afectada por la homogeneización del ecosistema y mejorar los servicios ecosistémicos de los bosques como la regulación hídrica, protección del suelo, fijación de carbono y refugio de biodiversidad. En este sentido, las acciones de restauración prevén favorecer en la zona especies de alto interés ecológico que se han visto amenazadas a lo largo de los años.
“Tenemos la esperanza de servir de ejemplo para que otras zonas incendiadas de nuestro país puedan recuperarse con la misma filosofía de trabajo: la creación de un paisaje en mosaico, que sirva como cortafuego”, afirma Colomina.
Implicación ciudadana y empresarial
Los trabajos, que comenzaron en 2021 y se extenderán hasta 2025, son posibles gracias a fondos privados de empresas, que quieren contribuir en la conservación del medio ambiente, y la colaboración de WWF Alemania y la Fundación Schwörer. Asimismo, destaca la colaboración de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica para poder actuar de manera más eficaz en las zonas privadas, ya que más de un 60 % de la superficie pertenece a propietarios privados. En este sentido, destaca la colaboración del término municipal de Cortes de Pallás en el Proyecto Riqueza Natural de Acción Comunitaria y Restauración del Paisaje que ya tiene acuerdos de custodia con propietarios.
Por este motivo, la participación es otro de los aspectos clave de esta iniciativa pionera, ya que promueve mecanismos que facilitan la gestión post-incendio en terrenos privados. No obstante, en este caso se han llevado a cabo reuniones los principales grupos de interés como cazadores, apicultores, propietarios forestales y, agentes de desarrollo local, entre otros.
Durante los trabajos de 2022, se han recuperado en la zona actividades tradicionales como el pastoreo, que sirve para el mantenimiento de áreas desbrozadas, incorporando la figura del pastor con un rebaño, y se han desarrollado actividades de voluntariado, que permiten acercar la conservación de la naturaleza a la sociedad.
“Los incendios del futuro sólo se podrán evitar recuperando paisajes en mosaico que conjuguen la recuperación de usos con la conservación de la biodiversidad y la adaptación al cambio climático. Tenemos la gran oportunidad y responsabilidad de transformar de forma urgente el territorio para evitar incendios de altísima intensidad y revitalizar el medio rural”, asegura Colomina.
Judit Alonso | WWF España