En vísperas de la 16ª Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica (CBD) que comienza en Cali (Colombia) el 21 de octubre, activistas de Greenpeace han descolgado hoy una gran pancarta en el edificio Pereda, antigua sede principal del banco Santander y futuro espacio cultural de dicha entidad bajo el nombre de “Faro Santander”.
La lona desplegada por los activistas, de 120 m2, contiene la imagen de la presidenta del banco, Ana Botín, sonriente en un aeropuerto sujetando con una mano una pequeña maleta de la que asoman billetes y, con la otra, una motosierra. De fondo, imágenes de la selva ardiendo y un cartel que indica “Amazonia” recuerdan que una parte importante de los beneficios de esta entidad bancaria proceden de los servicios financieros que presta a los sectores económicos en Brasil que sustituyen bosques por cultivos de soja o pastos para ganado. La imagen, generada parcialmente con IA, es una parodia de la actual campaña publicitaria del banco donde la entidad promete un engañoso “Bienestando” a sus clientes. En la imagen, Greenpeace ha troleado el concepto cambiándolo por “Deforestando”, más acorde con el actual modelo de negocio de la empresa.
“Desde hace varios años, Greenpeace España se reunía con los responsables del banco Santander para exponerles el problema de la deforestación en grandes ecosistemas brasileños como la Amazonía, las sabanas del Cerrado o el Pantanal. En la entidad financiera reconocen abiertamente que prestan servicios financieros a las empresas responsables de la deforestación, afirmando que son conscientes del problema”, ha declarado Miguel Ángel Soto, portavoz de la campaña de bosques de Greenpeace España. “Pero la inexistencia de marcos normativos que incluyan obligaciones y sanciones al sector financiero impide a las ONGs llevarles ante los tribunales y permite al banco seguir actuando con total impunidad”.
Según numerosas investigaciones e informes, el banco Santander Brasil es el mayor banco internacional responsable de financiar a las tres grandes productoras y exportadoras de carne de Brasil (JBS, Marfrig y Minerva). Estas empresas son las que están vinculadas a la deforestación del Cerrado y otros biomas para sustituir los bosques por pastos para el ganado. Entre estas empresas destaca el gigante JBS, la mayor productora de proteína del mundo y la segunda mayor empresa de alimentación. Hace ahora un año, una investigación de Unearthed y OJoio e O Trigo sacó a la luz un escándalo sobre la emisión de bonos “verdes” engañosos, destinados en parte a empresas agrícolas y ganaderas brasileñas acusadas de dañar el medio ambiente y de permitir la existencia de trabajo esclavo, entre las que estaba JBS.
Hasta la fecha, las promesas de JBS de desvincularse de la deforestación han caído en saco roto. Tras incumplir su promesa de limpiar su cadena de suministro de deforestación para 2021, JBS movió la fecha y se comprometió a hacerlo para 2025 en la Amazonia y otros biomas brasileños, pero sólo de deforestación “ilegal”. Sus promesas incluyen que en 2035 toda la cadena de suministro estará libre de deforestación y en 2040 conseguiría cero emisiones netas.
“Quedan unos meses para conocer qué decisiones tomará el banco Santander en caso de que sigan apareciendo evidencias del incumplimiento por parte de JBS de sus compromisos para limpiar su cadena de suministro de deforestación”, reflexiona Soto. “Pero mucho nos tememos que los responsables de la entidad financiera volverán a buscar pretextos y excusas para seguir dando apoyo financiero a JBS con el objetivo de maximizar sus beneficios económicos”.
El Cerrado es la segunda región biogeográfica más grande de América del Sur, ocupa alrededor del 25 % del territorio brasileño y es considerada la formación de sabana con mayor biodiversidad del mundo. Según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), el pasado año 2023 la deforestación en el Cerrado se incrementó un 43 % respecto a 2022. Durante el presente año 2024, y según la iniciativa MapBiomas, en los primeros nueve meses los incendios forestales han arrasado un total de 22,38 millones de hectáreas (equivalente al 85% de toda la superficie forestal española), un aumento del 150 % en comparación con el mismo período de 2023. Solo en el mes de septiembre, los incendios se incrementaron un 196% en la región amazónica, un 158% en el Cerrado y un 662% en el Pantanal respecto al mismo mes del año anterior.
“Muchas zonas de Brasil están viviendo una sequía inédita, la peor de los últimos 75 años. El cambio climático está aumentando la recurrencia y agudizando la gravedad de los eventos meteorológicos extremos, generando un escenario favorable para el uso criminal del fuego por parte del sector agropecuario. Y detrás de estas empresas está el banco Santander, que sigue creyendo en las falsas promesas de “deforestación cero” de las grandes compañías que negocian con la soja o la carne de vacuno”, ha afirmado Soto.
En un informe de Greenpeace sobre las emisiones de metano por parte de la industria cárnica dado a conocer la semana pasada, se señala que algunas empresas clientes del banco Santander como JBS, Marfrig y Minerva se sitúan entre las cinco mayores empresas emisoras de metano del sector cárnico y lácteo mundial. El gas metano es un potente gas de efecto invernadero, responsable de aproximadamente el 30 % del aumento global de las temperaturas. A pesar de tener un tiempo de vida más corto en la atmósfera que el CO2, es más eficiente en atrapar radiación, lo que lo convierte en un factor clave en el calentamiento global.
“La estrecha relación entre el banco Santander y la deforestación ilustra la necesidad de los convenios internacionales como el Convenio de Diversidad Biológica (CBD) y de su cumplimiento en instituciones como la Unión Europea para la prohibición de seguir financiando a quienes destruyen la naturaleza. Es fundamental no ceder a la presión de la industria y evitar que el Parlamento y la Comisión Europea voten a favor de aplazar un año la entrada en vigor del Reglamento de Deforestación importada. Y necesitamos incluir al sector financiero dentro de este Reglamento, con el fin de evitar que los flujos financieros contribuyan, directa o indirectamente, a la destrucción de los ecosistemas”, ha recordado Soto.
En Profundidad: El poder corporativo y las cumbres de clima y biodiversidad