El consenso era probable; no imposible. Después de largas horas de negociaciones, todos los países, a excepción de Bolivia, han aprobado los Acuerdos de Cancún. No son jurídicamente vinculantes, pero quedan anclados en Naciones Unidas, que velará porque se cumplan todos los compromisos. De camino a Durban (Sudáfrica), sede de la COP 17, quedan por rematar ciertos temas, pero la ambición por mantener el aumento de temperaturas por debajo de 2ºC entra en los anales de la historia.
Aplausos para Patricia Espinosa, presidenta de la cumbre. Abucheos para Pablo Solón, embajador de Bolivia para la ONU. El consenso interpretado por Espinosa no ha requerido la unanimidad, sino el «sentir» de la sala que vibró emocionada cuando la canciller dio el martillazo final. Con 193 países a favor, la ONU ha dado la espalda a Bolivia, y ha aprobado unos acuerdos que comprometen, aunque de diferente manera, a los países para un objetivo común: la lucha contra el cambio climático. El proceso climático vuelve a «encarrilarse» tras el fiasco de Copenhague.
Solón ha criticado el ‘show’ que se generó en la COP 15 en Copenhague (Dinamarca) con la presencia de la práctica mayoría de los jefes de Estado, pero el espectáculo de Cancún lo ha protagonizado Bolivia, con un bloqueo inconsistente e incoherente.
Pero ha sentado un precedente. Un país, como en este caso Bolivia, «no puede salir voluntariamente de las salas y las consultas de los foros de negociación y el último día, cuando se adoptan las decisiones trabajadas entre todos, reclamar un trato particular y privilegiado para incorporar las propias peticiones. Es algo que la comunidad internacional hoy ha dicho que no está dispuesta a consentir», ha zanjado Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático al finalizar la toma de decisiones.
A pesar de Bolivia, la propuesta ha salido adelante con el apoyo de las organizaciones sociales. «Cancún ha salvado el proceso de Naciones Unidas, que muchos daban por muerto, pero queda todavía mucho camino por recorrer para salvar el clima» ha declarado Wendel Trio, director del equipo político de Greenpeace Internacional.
Aunque la mayoría de los países hablan de un acuerdo imperfecto, tiene «perspectivas positivas», ha concretado la delegación de Gabón que pidió en unos de los plenarios de la tarde «más flexibilidad» por parte de Bolivia. Antes de dar por aprobados los acuerdos, Espinosa declaró que la postura del país sudamericano se pondrá en las actas de los acuerdos. Y así quedaron aprobados los Acuerdos de Cancún a las 3h35 de la mañana (hora local).
Del pesimismo a la confianza
Una situación complicada y diferencias muy grandes entre países parecían los ingredientes perfectos para un fracaso absoluto en Cancún. No ha sido así. «Dije que Cancún podía, y Cancún pudo. Cancún podía sacar acuerdos, y Cancún sacó acuerdos. Cancún podía iniciar una nueva era de combate, junto y corresponsable al cambio climático, y lo está logrando», ha manifestado en su discurso final Felipe Calderón, presidente de México.
Los Acuerdos de Cancún, que son un producto equilibrado, suponen ahora el punto de partida «de un largo viaje». «Tienen un gran programa por delante con la creación de un Fondo Verde, y un Comité de Adaptación, con el inicio de actividades para mostrar la solidaridad internacional a través de mecanismos frente a las pérdidas y los daños por eventos climatológicos extremos en los países más vulnerables», ha recalcado Ribera.
La cita de la ciudad mexicana empezó con cierto pesimismo y escepticismo, pero ha logrado la confianza, entre otros, porque por primera vez aparecen los objetivos «expresos» de reducción de emisiones de CO2 para EE UU, China, Brasil, e India en el contexto de Naciones Unidas. «Muchos no esperaban nada después de Copenhague. Nosotros lo esperábamos todo», ha asegurado Claudia Salerno, delegada de Venezuela durante el plenario final.
Uno de los elementos clave para el éxito de la cumbre ha sido el trabajo de la presidencia de la COP. Todos los países han reconocido con satisfacción el «enorme» esfuerzo, la capacidad de liderazgo, y la sabiduría en la dirección del trabajo realizado por el gobierno mexicano para que la cumbre saliera adelante.
«No ha sido el resultado de un día, ni de una noche, ni de una semana, ni de dos. Sino de un año y un equipo completos», ha confirmado Ribera. Al esfuerzo mexicano se añade el escenario «tremendamente» difícil en el que se ha realizado.
A partir de mañana los gobiernos se ponen en marcha para cumplir lo acordado. «Hoy empieza el camino hacia Durban», ha afirmado Aida Vila, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace. Salerno lo poetiza: «Cancún se convierte en el primer día del resto de los días en la lucha contra el cambio climático».
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