Un científico tailandés ha desarrollado un método pionero para reciclar a través de una mezcla de enzimas naturales casi todos los tipos de papel laminado, que hasta ahora era imposible reutilizar.
Primero, destruyen la capa resistente al agua de la superficie y luego acaban con el adhesivo que une el plástico con el papel para separar ambos sin dañarlos o ensuciarlos en un par de minutos.
Las enzimas dejan así por un lado la pulpa de celulosa y por otro el plástico limpio, explica a Efe Paijit Sangchai, cuya empresa FlexoResearch ha sido elegida una de las diez más prometedoras en 2011 por la revista Time.
«El problema de este tipo de papel es que está como fundido con el plástico, y es impermeable. Normalmente se desecha quemándolo, que es muy contaminante, o enterrándolo bajo tierra», afirma este simpático biólogo molecular de 41 años.
Pero gracias a su invento, a partir de ahora se podrá reciclar el papel laminado de objetos cotidianos como cartones de leche, paquetes de cigarrillos y todo tipo de envoltorios y pegatinas.
Además, separar una tonelada de pulpa con enzimas cuesta 48.000 dólares, un 87 por ciento menos que producir la misma cantidad de acetato de polivinilo, la sustancia química que habitualmente se elabora para fabricar el papel adhesivo.
Ese ahorro es clave para países pobres o aquellos en vías de desarrollo como Tailandia.
«Nosotros carecemos de la tecnología para incinerar el papel laminado de manera segura como en Estados Unidos», señala el inventor en su destartalado laboratorio situado en el vasto campus universitario de Thammasat al norte de Bangkok.
Sangchai espera que su revolucionario método para reciclar el papel laminado contribuya a que los habitantes de naciones sin recursos poco a poco dejen de sufrir los efectos de la polución que genera la quema del material.
Un ejemplo es el papel carbón, de uso muy extendido en pequeños comercios y empresas porque cuesta menos pero a la vez es casi imposible de reutilizar porque las partículas son absorbidas por el papel.
«Mira este truco, es muy chulo», comenta sonriente el científico mientras procede a realizar una demostración con las enzimas.
Tras ajustarse sus gruesas gafas de pasta y vestirse con una bata blanca, Sangchai coloca en un frasco un trozo de papel carbón, lo rocía con el catalizador, y en apenas cinco minutos extrae la hoja limpia del líquido teñido de negro.
«¿Ves como funciona? ¡Te lo dije!», proclama con entusiasmo al concluir el proceso, así de corto, sencillo y natural por el origen de las moléculas proteicas, obtenidas de algas y hongos.
Precisamente eso fue lo que atrajo hace unos meses la atención del Foro Económico Mundial, que decidió incluir a FlexoResearch en su lista de tecnologías pioneras porque ayudará a reducir la dependencia en países emergentes de productos nocivos para la salud como el asbesto.
Aquel reconocimiento abrió a Sangchai las puertas de inversores de China, Corea del Sur, Japón, India o Malasia, pero el tailandés no tiene prisa por hacer negocio con sus enzimas y subraya que no le motiva el lucro económico.
Recuerda cómo hace cuatro años abandonó su trabajo en una empresa relevante del sector para seguir adelante con sus experimentos en el sótano de su casa, que puso como aval para pedir prestado el dinero que invirtió en comprar una vieja fábrica de papel.
Poco a poco y en unas instalaciones adecuadas, allí progresó en su investigación hasta que logró dar con la combinación exacta de enzimas.
FlexoResearch tiene ahora 17 empleados y tantas ofertas de inversión que se ha desbordado la capacidad del correo electrónico de la página web que le diseño un estudiante y debe optimizar después de que algunos clientes hayan tenido que recurrir a Facebook para contactar a Sangchai.
«De la basura que nadie quería, ahora podemos transformar los residuos en riqueza, convertir la polución en ingresos», indica orgulloso esta rata de laboratorio con pinta de empollón despistado cuyo método «revolucionará la industria del reciclaje», según Time.
Fuente_EFE Verde