Tengo buenas vibraciones. Quizás sea el efecto de comienzo de año o quizás mi ingenuidad crónica. O será que todavía creo en el potencial del ser humano. Presiento que 2011 puede ser un año bueno para los bosques. En cualquier caso, desde Greenpeace vamos a trabajar para que eso ocurra.
En Brasil e Indonesia, dos campeones de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la deforestación, este año puede ser decisivo. En ambos países se espera que la lucha contra la deforestación de frutos. Hay precedentes, pasos previos y decisiones políticas que apuntan en esta decisión. Ojala se sumen a esta tendencia otros países azotados por la pérdida de bosques, como los de la Cuenca del Congo, de Centroamérica, Mozambique, etc.
En España, podríamos aprovechar el año para recordar a la ciudadanía que tenemos una superficie forestal considerable pero marginada en la agenda política y en los presupuestos. Podríamos, además de plantar arboles (algo siempre positivo), decir a la sociedad que hay que cortar: además de para producir bienes (madera, corcho, resina, papel), la gestión forestal es necesaria en gran parte de esa superficie. Hay que reducir la densidad de muchas zonas con exceso de arbolado, en antiguas repoblaciones y también en zonas regeneradas a partir del abandono del medio rural. A veces, tan importante como plantar árboles, es cortar árboles. El desarrollo de la biomasa como una fuente de energía renovable podría ayudar a valorizar estos aprovechamientos y trabajos forestales.
Aprovechemos el año para encontrar vías de solución al problema que generan las enormes extensiones de eucalipto plantadas en diversas CC.AA. españolas, superficies cuya gestión sigue originado problemas para la conservación del suelo, de la biodiversidad y del paisaje, incluidos en espacios naturales protegidos.
Por último, sería muy buena noticia que en este año 2011 los datos sobre incendios forestales continuaran con la tendencia de los últimos cuatro años. El año 2010 ha sido, según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, el mejor de la década pasada: sólo ardieron 46.152 hectáreas en los diez primeros meses del año, un 60,8 por ciento menos que en el mismo periodo de 2009. Ha disminuido la superficie arbolada quemada por el fuego así como el número de grandes incendios (los mayores de 500 hectáreas). Aunque la crisis económica ha sido el argumento esgrimido por las CC.AA. para la reducción de las partidas presupuestarias en la lucha contra el fuego, Greenpeace espera que la mayor responsabilidad ciudadana y la actuación de las Fiscalías de Medio Ambiente en la persecución de los incendiarios siga dando frutos y reduciendo las cifras de incendios provocados accidentalmente o de manera intencionada.
Un deseo para 2011; menos tasas de deforestación mundial, menos incendios que en 2010 en las masas forestales españolas, más superficie forestal con un plan de gestión forestal y un mayor consumo de productos de origen forestal (a ser posible de producción local y con certificación FSC). Con este resultado seguro que nuestros bosques nos estaríamos muy agradecidos.
fuente: Greenpeace