Manila, 7 feb (EFE).- Filipinas quiere cambiar los malos hábitos alimenticios de sus niños locos por las hamburguesas a golpe de azada, con un programa que convierte los patios escolares en huertos para cultivar hortalizas.
Las autoridades quieren así alejar a los pequeños de las cadenas de comida rápida que proliferan por un país donde cada vez más pobres están obesos porque un pollo frito en KFC cuesta menos que verdura fresca del mercado.
En un invernadero del colegio de primaria de Santa Rita a las afueras de Manila, una decena de niños de once años remueven la tierra y arrancan las malas hierbas con cierto alboroto bajo la supervisión de su profesor de agricultura.
La época de la cosecha terminó hace poco y ahora apenas brotan de la tierra minúsculas hojas de las nuevas semillas que dentro de unas semanas se convertirán en tomates, berenjenas, lechugas, champiñones, calabacines, repollos o cilantro que los alumnos se llevarán a casa.
«Creo que a los niños les gusta cultivar, encuentran formas de jugar mientras realizan esta tarea, pero tengo que vigilarlos de cerca porque manejan una pequeña azada y otros instrumentos y podrían hacerse daño, una vez un niño golpeó por accidente a otro», explica el maestro, Romeo Macabulus.
EFE/Eric San Juan
Aunque la mayoría de los padres también están encantados con la iniciativa porque reciben alimentos gratis, Macabulus admite que algunos han protestado porque sus hijos salen del colegio más sucios de lo habitual.
Este programa experimental implementado por el Gobierno filipino en algunos colegios en 2010 persigue mejorar la dieta de los alumnos y limitar el consumo de comida rápida, muy popular en el archipiélago por la fuerte influencia de Estados Unidos.
«Controlamos la estatura y el peso de los niños todos los meses. En el programa participan sólo los más mayores, de entre 10 y 12 años, pero también damos verduras a otros más jóvenes que están malnutridos por pertenecer a las familias más pobres», indica el director, Angelito Maniego.
Además del invernadero en pleno patio, los espacios aledaños a las aulas también están ocupados por otros mini-huertos que los niños cuidan dos veces al día.
«Cuando iniciamos el programa plantamos en todos los lugares libres que encontramos en el colegio», afirma el responsable del centro, donde los niños han colocado semillas dentro de latas de refrescos vacías y botellas de plástico donde el suelo no da frutos.
Maniego subraya que la agricultura es una asignatura más en la que los alumnos son evaluados en función de la calidad de la cosecha, y si no obtienen buenos frutos «suspenden o reciben una nota muy baja».
El Ministerio de Agricultura de Filipinas seleccionó a éste y otros colegios de todo el país para el programa, que aportó el pequeño invernadero y algunas semillas, una ayuda que no cubre todos los gastos que acarrea el experimento.
«Es bastante costoso mantener el invernadero y los otros huertos, por eso nos quedamos el 20 por ciento de la cosecha para replantar las hortalizas y evitar comprar semillas», apunta Maniego.
Un tercio de los niños en edad escolar sufre malnutrición crónica
Un reciente informe gubernamental alerta de que un tercio de los niños en edad escolar sufre malnutrición crónica, un mal que se refleja sobre todo en la carencia de vitamina A y en una estatura inferior a la que corresponde a su edad.
A este problema se une la fuerte presencia de múltiples cadenas de comida rápida a las que son muy aficionados los filipinos y que han favorecido la obesidad y enfermedades como la diabetes o las afecciones cardíacas.
Otro estudio de 2009 revela que el 27 por ciento de los adultos sufren sobrepeso y el 25 por ciento hipertensión, un dato que según algunos expertos es más alto en realidad puesto que muchos no saben que padecen estos males. EFE