Las crisis de precios que sacude al sector agrario ha provocado que durante 2011 se hayan abandonado la cifra récord de 13.140 hectáreas agrícolas en la Comunitat Valenciana, según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente (MARM). Así, a finales del pasado verano se contabilizaron un total de 135.849 Ha catalogadas como ‘baldías: esto es y según la propia definición del ministerio, de “terreno anteriormente de cultivo y hoy yermo, abandonado”. Las cifras oficiales revelan que el incesante proceso de destrucción de suelo agrícola se aceleró a partir de 2008, fecha desde la que se acumula un abandono de 20.000 Ha.
Además, los resultados de la Encuesta de Superficies y Rendimientos (ESYRCE) elaborada por el ya mencionado departamento del Gobierno central demuestran que el ritmo de destrucción de campos antes fértiles y productivos está siendo mucho más rápido en la Comunitat, que en el del conjunto de España. Tanto es así, que entre 2008 y 2011 nuestra región disparó sus cifras de ‘tierras baldías’ un 14,5% mientras que España sólo lo hizo una media del 5,9%.
El presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), Cristóbal Aguado, apunta al respecto que “las cifras hablan por sí solas de la magnitud que ha alcanzado el problema. La falta de unos precios mínimamente dignos que permitan subsistir a los profesionales de la agricultura es el factor que nos está abocando a marchas forzadas a la pérdida de un patrimonio y una riqueza que, en otras circunstancias deberían tener un valor incalculable. La causa principal de lo que está sucediendo sin que nadie ponga remedio y sin que a nadie parezca importarle demasiado son los desequilibrios del mercado, de la cadena agroalimentaria, donde los gigantes de la distribución imponen su dominio condenando así a la ruina al resto de eslabones y muy especialmente al más débil de todos ellos, es decir, a nosotros los productores”.
El proceso de abandono de tierras agrícolas afectó, sobre todo y durante este último año, a los cultivos valencianos clave, con especial hincapié en los cítricos y la vid. En el primer caso, según las últimas cifras oficiales disponibles, dejaron de cultivarse cerca de 1.800 hectáreas, mientras que en el segundo la disminución del terreno dedicado al viñedo se concretó en 5.461 hectáreas. La renuncia al aprovechamiento de las tierras de cultivo, además del devastador impacto económico que supone, implica al mismo tiempo un serio problema medioambiental, higiénico e incluso sanitario debido a la proliferación de vertederos incontrolados, fauna silvestre, desertificación e incendios”.
Ante esta tesitura, Aguado manifiesta que “la puesta en marcha de soluciones efectivas no puede demorarse por más tiempo y la primera de esas soluciones pasa porque los gobiernos –el de Bruselas, el central y autonómico– tomen conciencia del asunto de una vez por todas y apliquen esas medidas que anuncian y no terminan nunca de llevar a cabo para corregir los abusos del mercado alimentario. Nuestra agricultura vive del mercado y si no nos dejan competir no tenemos futuro. De hecho, y tal como están las cosas ahora mismo en sectores como el citrícola, el año próximo el abandono de tierras de cultivo volverá a dispararse”.