Algunos campesinos no viven en el pasado, sino en el futuro, en la vanguardia de nuevas formas de distribución de alimentos más ecológicas, de sentido común y medioambientalmente más sostenible. Es el caso de los agricultores “bio” que ya venden directamente sus productos a consumidores y cooperativas saltándose así la dictadura de las grandes cadenas y fabricantes de semillas. Algunos llevan toda su vida haciéndolo, o casi. Son «los históricos ‘bio’, como la familia Castellà o el bueno de Rufino. Hablamos con algunos de ellos, que estarán en BioCultura Valencia.
Las fórmulas convencionales de comercialización están quedando cada vez más obsoletas. El mundo “bio” lleva consigo no sólo productos alimentarios más sanos para la tierra y para los consumidores sino también propuestas alternativas en el ámbito eco-nómico, propuestas más necesarias que nunca con la que está cayendo. LA FAMILIA CASTELLÀ Joan Castellà y su familia son gente noble. Se lo han “currao”. Nadie les ha regalado nada. Su apuesta es legítima: agricultura ecológica, eco-nomía local, respeto por lo rural… “Empezamos en los años 90, con aval del antiguo CREA, después del CCPAE y también el aval Demeter. Enviábamos nuestros productos a la exportación mediante un distribuidor a países como Alemania o Francia hasta que decidimos ofrecer nuestra producción mediante el servicio a domicilio, a las personas que nos solicitaban nuestros productos y vivían en poblaciones cercanas. Era noviembre de 1996. Actualmente, nuestro servicio llega a cualquier población de la península Ibérica”, señala Castellà. Y añade: “Nuestros clientes tienen un perfil muy variado: desde profesores, médicos, políticos, administrativos, empresarios, etc. Todos tienen un denominador común: su preocupación por la alimentación… Apuestan por el producto ecológico”. Las ferias son, para muchos de estos agricultores, una forma de encontrar nuevos clientes y de que éstos conozcan sus productos “de tú a tú”: “Si, las ferias nos ayudan a dar a conocer nuestro producto y así poder contactar con gente que está sensibilizada y quiere encontrar el producto ecológico determinado o conocer las diferentes opciones que ofrece el mercado. Para nosotros, sin duda, la feria de referencia es BioCultura, en sus diferentes ediciones de Madrid y Barcelona. Nos vemos en Valencia…”. Joan Castellà tiene su finca en el área del Baix Ebre, en Amposta. «Cada vez son más los que allí se cambian al modelo ‘bio’: En nuestra comarca, positivamente, cada vez más hay productores ecológicos que abarcan diferentes cultivos, el arroz, los olivos, los cítricos, los hortícolas y algo de ganadería”, señala. Para acabar, Castellà afirma que la venta directa de agricultor al consumidor irá cada vez a más: “Tal y como he mencionado anteriormente, desde que iniciamos el servicio a domicilio en 1996 hemos visto la evolución de este proceso. Al principio, eran los mismos agricultores los que vendían sus productos. Actualmente hay empresas de distribución que ofrecen tanto producto ecológico como convencional. Incluso hay un grupo de agricultores convencionales que también ofrece este mismo sistema. La demanda y la oferta no dejarán de aumentar en los próximos años porque es un sistema satisfactorio para ambas partes”. EL BUENO DE RUFINO Rufino también es un buen tipo, muy simpático, muy afable. Es otro de los históricos de BioCultura y de todo el sector, aunque su modestia no le permite presumir de ello. Tiene su finca en la provincia de Granada. Él no está especializado en la venta directa de sus productos a los consumidores, sino que, simplemente, es una de las ofertas que tiene para sacar adelante su producción entre otras. Rufino mismo nos lo explica: “Mi forma de trabajar consiste en cultivar frutas subtropicales: chirimoya, aguacate, mango, níspero, guayaba… siempre siguiendo los principios de la agricultura ecológica y de la permacultura. Todos los trabajos los hacemos con herramientas manuales porque, al estar en zona de montaña, las máquinas grandes no son viables. Vendo tanto a particulares como a asociaciones, a tiendas y a veces a distribuidores mayoristas”. También señala que “las ferias de BioCultura, en sus variadas ediciones, son de gran interés para mí y para nuestra empresa, por la buena aceptación que tienen allí nuestros productos. En BioCultura he conocido muchos de mis clientes habituales”. A Rufino se le ve en BioCultura, con sus ayudantes, trajinando de aquí para allá, con cajas de nísperos, aguacates… siempre sabrosísimos. Sentencia: “Comencé con esta actividad en el año 1999, aunque entonces el volumen era más pequeño. Yo no diría que soy un histórico, pues hay muchísimos agricultores ecológicos con más historia que yo en el sector. De lo que sí estoy seguro es que la venta directa entre productor y consumidor es un sistema que irá a más. Esto nos permitiría crecer a muchos agricultores ecológicos y que otros agricultores se animen. Yo siento que cada vez hay más demanda y ahora la oferta es pequeña tanto en cantidad como en variedad, por eso debemos dar un salto y poder ofrecer más productos y en mayor cantidad. Estoy muy interesado en fomentar la calidad para que las personas se sientan satisfechas con lo que han pagado y así se habitúen a estos productos tan diferentes de los convencionales. En mi caso, como ya he dicho, vendo a particulares, directamente, y a tiendas, mayoristas, cooperativas… Cuando se trata de productos ecológicos, siempre que haya un comercio justo, cualquier sistema es importante. Porque esto ayuda a poder vivir a los agricultores de la tierra y, al mismo tiempo, quedan garantizados sistemas de producción sostenibles y alimentos sanos para los consumidores. La comercialización es un reto para todos nosotros. Cualquier alternativa que funcione y que sea justa, en todos los aspectos, es válida”.
Cristina Diago | Vida Sana