Amigos de la Tierra lanza el estudio «Biofakes: el engaño de los bio-plásticos» en el que analiza diferentes aspectos de los bio-plásticos, desde si son una alternativa sostenible al plástico convencional, hasta quién gana con su implantación y qué impactos sociales y ambientales conllevan. Con esta información en la mano, la organización lanza sus propuestas, en un momento clave con la Ley de Residuos en trámite, para poner fin a las falsas soluciones y apostar por medidas consistentes para avanzar hacia el residuo cero.
Tras una investigación detallada, la organización denuncia que el término bio-plástico es ambiguo y que su uso no está regulado, lo que permite que las empresas lo utilicen con libertad a pesar de que la mayor parte de estos productos están compuestos por plásticos convencionales y no son más sostenibles que éstos.
“Los llamados bio-plásticos son una herramienta más de greenwashing que utilizan las empresas para perpetuar su lucrativo negocio basado en el usar y tirar ante una sociedad cada vez más concienciada con la necesidad de cuidar el medio ambiente y más crítica con el uso de plásticos desechables”, ha afirmado Adriana Espinosa González, responsable de recursos naturales y residuos de Amigos de la Tierra. “Esta tendencia se está acentuando a medida que la Unión Europea y España están adoptando leyes para prohibir o limitar los plásticos de un solo uso”, ha continuado.
Los bio-plásticos se dividen en dos tipos: los considerados de origen vegetal o bio-basados, que en realidad pueden contener hasta un 75% de base fósil (plástico convencional), y los de plástico convencional que son, en teoría, “biodegradables” o “compostables”. Los primeros también pueden ser “biodegrables” o “compostables”. Sin embargo, estas cualidades distan mucho de ser reales, ya que no pueden biodegradarse por sí solos en el medio ambiente sino en condiciones muy limitadas.
La organziación expone a su vez que el 75% de estos bio-plásticos se utilizan para fabricar productos de usar y tirar, por lo que lejos de solucionar el problema de los residuos plásticos, lo mantiene e incluso lo agrava; al dar la sensación de ser “ecológicos”, la ciudadanía los considera menos peligrosos, y son susceptibles de ser abandonados en el entorno con menores consideraciones.
Los bio-plásticos, en cualquiera de sus modalidades, conllevan múltiples impactos ambientales y sociales durante su ciclo de vida. Por un lado, la producción de biomasa para los bio-basados produce acaparamiento de tierras, deforestación y competencia en la producción de alimentos. Además, tanto los bio-basados como los “biodegradables” o “compostables” requieren en mayor o menor medida extracción y producción de petróleo, lo que destruye los ecosistemas e implica la violación de derechos humanos para las comunidades afectadas. Por último, cuando se convierten en residuos, todos los bio-plásticos dificultan los sistemas de gestión y pueden incluso obstaculizar el reciclaje de los plásticos convencionales.
Asimismo, el informe arroja que los bio-plásticos requieren un uso exacerbado de energía, contribuyendo de forma preocupante a la emergencia climática.
En un momento decisivo, en que el Congreso está tramitando la reforma de la Ley de Residuos, Amigos de la Tierra reclama una normativa que no abra las puertas a las falsas soluciones como los bio-plásticos. Debe prohibirse el uso del prefijo “bio” y otros términos como “biodegradable” en cualquier tipo de plásticos, así como evitar que constituyan una alternativa a los plásticos convencionales de un solo uso. Es necesario priorizar la prevención y la reutilización con objetivos vinculantes de reducción de un 50% para 2025 y un 80% para 2030.
“Ante los avances normativos, los bio-plásticos son un intento más de la industria para engañar al legislador y a la ciudadanía con productos que siguen incentivando el consumo de productos desechables y que distraen la atención de las soluciones reales: reducir el consumo de plásticos y fomentar la reutilización de productos y envases”, concluye María Durán, responsable de recursos naturales y residuos de Amigos da Terra Galicia y co-autora del informe.
Teresa Rodríguez Pierrard