Las especies circumpolares o muy norteñas son cada vez menos frecuentes. Por el contrario, otras especies sureñas o africanas experimentan la tendencia inversa, son cada vez más comunes.
Cada vez es más difícil incorporar nuevos taxones a la lista de aves de España, que sobrepasan los 600, ya que quedan menos especies potenciales por descubrir.
El último informe del Comité de Rarezas de SEO/BirdLife publicado en la revista científica Ardeola recopila 365 nuevos registros pertenecientes a 93 taxones o especies de aves calificadas como raras, es decir especies o subespecies que se presentan sólo en contadas ocasiones en un ámbito geográfico determinado, al margen de su área de presencia habitual.
Los datos que revela este informe, correspondiente a las especies avistadas en 2015, desgraciadamente, resultan transcendentes y preocupantes, en la media en que permiten sacar conclusiones del efecto del cambio climático en el medio ambiente, para lo cual las aves son un extraordinario indicador.
Cambio climático y rarezas
En este sentido, se observa que algunas especies de latitudes circumpolares o muy norteñas, que antes eran invernantes escasos pero regulares en España, son cada vez menos frecuentes, hasta el punto de que han tenido que ser incorporadas a la lista de rarezas. Tal es el caso, por ejemplo, del porrón osculado (Bucephala clangula), del mérgulo atlántico (Alle alle) o del somormujo cuellirrojo (Podiceps grisegena), algunas de cuyas primeras citas desde que son consideradas raras se publican ahora.
Esta alteración en la invernada está sin duda relacionada con la mayor suavidad de los inviernos árticos, que les permite permanecer los meses más fríos del año en los mares del Norte o Báltico, cada vez menos congelados, evitándoles muchos kilómetros de desplazamiento hacia el sur. La economía energética es básica en los seres vivos.
Por el contrario, otras especies sureñas experimentan la tendencia inversa. El bulbul naranjero (Pycnonotus barbatus), de distribución africana, parece haber dado el salto a Europa a través del estrecho de Gibraltar y ahora se reproduce en Tarifa. Y el piquero patirrojo (Sula sula), ave marina originaria del Caribe, ha incrementado sus citas a este lado del océano, tal vez como consecuencia de la progresiva tropicalización del mar en el nordeste del Atlántico.
Curiosidades del informe
Además, el informe comunica muchos otros datos interesantes sobre aves raras. Algunos realmente curiosos, como el de la curruca gavilana (Sylvia nisoria), nativa del centro de Europa, que se posó un instante para descansar de su inusual viaje sobre el mar en la cubierta de un barco oceanográfico que navegaba frente a las costas gallegas, permitiendo que el ornitólogo de a bordo la fotografiara y registrara la séptima cita para España de esta especie.
O el del mosquitero de Hume (Phylloscopus humei), diminuto y rarísimo pajarillo asiático, que hizo una pausa de su migración en el barcelonés parque de Montjuïc durante tres temporadas diferentes. O el del tordo charlatán (Dolichonyx oryzivorus), que llegó a Lanzarote desde América escapando del huracán ‘Joaquín’. O el de los dos zampullines picogruesos (Podilymbus podiceps)que batieron récord de permanencia después de viajar desde Norteamérica a la isla de Gran Canaria. ¡Uno de ellos estuvo casi 16 meses en la misma charca!
La observación de rarezas alcanza su madurez
Este informe tiene una peculiaridad que lo diferencia de los 30 publicados con anterioridad: es el único que no notifica ninguna especie nueva para España. Sin embargo, este hecho, que puede resultar sorprendente en una recopilación tan extensa y pormenorizada como esta, tiene una explicación lógica.
Miguel Rouco, secretario del Comité de Rarezas, expone que todo ello se debe al alto grado de conocimiento que los ornitólogos amateur han alcanzado sobre la avifauna española: “Es indudable que el número de observadores de aves en nuestro país ha experimentado un aumento muy notable durante los últimos años, y el fácil acceso a la información, tanto respecto a la presencia de aves raras como a su identificación, ha contribuido a esta tendencia positiva”.
En efecto, si se analizan las gráficas sobre la evolución de los 31 informes publicados hasta ahora, se observa que a pesar de que el número de registros y de taxones de aves raras analizados en cada uno de ellos va aumentando, el de nuevos taxones incorporados experimenta una fase de meseta después de un largo período de crecimiento. “Ya nos van quedando menos especies potenciales que descubrir; sobrepasamos las 600 registradas en España, y cada vez es más difícil incorporar nuevas especies a esta lista”, afirma Rouco.
Finalmente, hay que recordar que toda la información recogida en este trabajo es fruto de la actividad de muchos observadores de aves, que con su inestimable labor de ciencia ciudadana remiten su información al Comité de Rarezas para que puedan ser interpretados en conjunto. A la vista de la cantidad y calidad de los registros publicados en los últimos informes, es evidente que cada año hay un mayor número de personas implicadas en la observación de aves raras y que, además, cuentan con medios avanzados y excelente formación. El creciente nivel que van alcanzando hace que autosuperarse sea una labor cada vez más difícil.