El conflicto entre los seres humanos y la vida silvestre, es una de las principales amenazas para la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del planeta, advierte un nuevo informe de WWF y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Sin embargo, el trabajo en coexistencia y la inversión y dedicación de esfuerzos a las medidas preventivas puede mejorar tanto la situación de las especies como la de los habitantes de las comunidades afectadas.
El conflicto se origina cuando la presencia de la vida silvestre plantea amenazas reales o percibidas, de manera directa y recurrente, a los intereses o necesidades humanas, lo cual a menudo provoca desacuerdos entre grupos de personas e impactos negativos en los mismos y/o en la vida silvestre. A nivel global, los problemas de coexistencia han llevado a la caza ilegal de más de 260 especies de vertebrados terrestres que han tenido interacciones negativas con las personas, de las que 53 se encuentran amenazadas.
El informe Un futuro para todos: la necesidad de coexistir con la vida silvestre, destaca que, a nivel mundial, las muertes relacionadas con la interacción entre la fauna y los seres humanos afectan a más del 75% de las especies de felinos silvestres del mundo, así como a muchas otras especies de carnívoros terrestres y marinos, como osos polares y focas monje del Mediterráneo, y a grandes herbívoros como los elefantes. En España, este problema se centraría fundamentalmente en grandes carnívoros amenazados como el lobo y el oso, especies que se siguen matando ilegalmente con casos recientes como el del oso Cachou, y que queda patente en la oposición a la protección del lobo mostrada por algunos colectivos.
«En el tiempo en que transcurre la vida de un ser humano hemos asistido a cambios extraordinarios y sin precedentes en nuestro planeta. Las poblaciones estudiadas de vertebrados silvestres han disminuido un promedio del 68% desde 1970», afirmó Margaret Kinnaird, líder del Programa de Vida Silvestre de WWF Internacional.
«Los conflictos entre seres humanos y fauna salvaje, en combinación con otras amenazas, han provocado una disminución considerable de especies que antes eran abundantes, y las que naturalmente son menos abundantes se encuentran al borde de la extinción. De no tomarse medidas urgentes, esta tendencia devastadora no hará más que empeorar, causando impactos perjudiciales y, en algunos casos, irreversibles, en los ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad», advirtió Kinnaird.
Por su parte, Susan Gardner, Directora de la División de Ecosistemas del PNUMA, afirmó: «Este informe es una llamada de atención para hacer visible el problema y prestarle la atención que merece en los procesos nacionales e internacionales». Y añadió: «Es una llamada a la adopción de enfoques que identifiquen y aborden las causas más profundas y subyacentes del conflicto, al tiempo que se desarrollen soluciones sistémicas con las comunidades afectadas como participantes activos en el proceso. Como se demuestra en algunos casos de estudio de este informe, la coexistencia es posible y alcanzable”.
Según el informe, que contó con las aportaciones de 155 expertos de 40 organizaciones con sede en 27 países, el conflicto es también un problema humanitario y de desarrollo que afecta los ingresos de agricultores, pastores, pescadores artesanales y pueblos indígenas, sobre todo a los que viven en la pobreza. También interfiere en el acceso al agua de las comunidades que compiten con la vida silvestre por las fuentes de este líquido y fomenta la desigualdad, ya que quienes pagan el precio de vivir cerca de la fauna no siempre reciben los beneficios de la coexistencia de forma directa.
El mantenimiento de ecosistemas sanos y completos tiene muchos beneficios ambientales y sociales. Por ejemplo, en el contexto europeo, el lobo tiene un papel esencial en la regulación de ecosistemas y en el control de enfermedades al ganado. Sin embargo, la presencia de estas especies, también supone una carga adicional a sectores como el de la ganadería extensiva, por lo que es necesario un marco adecuado de coexistencia que proteja tanto a la vida silvestre como a los sectores afectados.
A pesar de que el conflicto humano-vida silvestre está fuertemente vinculado a la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como el de cero hambre, sigue siendo ignorado por los líderes políticos y los gobiernos de los países. En el caso de la alimentación, por ejemplo, en los países en vías de desarrollo, la fauna silvestre daña las reservas de alimentos, los cultivos y el ganado y pone a los agricultores de subsistencia en riesgo de padecer hambre.
«Si el mundo quiere tener una oportunidad de cumplir con los ODS para el 2030, el tema debe incluirse explícitamente en los planes de implementación de los ODS, así como en el centro del nuevo marco del Convenio sobre la Biodiversidad”, aseguró Kinnaird (*).
El informe asegura que no es posible erradicar por completo el conflicto entre los seres humanos y la vida silvestre, pero que los enfoques integrados y bien planeados para manejarlo pueden contribuir a su reducción y conducir a una forma de coexistencia. Tales enfoques requieren un trabajo de prevención, mitigación, respuesta, investigación y seguimiento, todo ello respaldado por un fuerte apoyo político y la participación de las comunidades locales. Esta es precisamente la principal reivindicación de WWF España para hacer posible la coexistencia con especies como el lobo. El enfoque de coexistencia es el necesario frente al control letal que se hace de estas especies.
Un ejemplo de ello puede verse en el Área de Conservación Transfronteriza de Kavango Zambezi, en el sur de África, donde un enfoque integrado del manejo del conflicto humano-silvestre redujo el 95% de las muertes de ganado a través de la instalación de jaulas a prueba de leones durante la noche y la compensación de pérdidas causadas por la incursión del felino. Ello dio lugar a cero caza de leones como represalia en 2016 (al menos 17 fueron cazados como represalia en 2012 y 2013) y ha permitido que las poblaciones de leones, antes amenazadas, se recuperen.
Otro caso de éxito es el manejo del conflicto entre ganaderos y jaguares en 71 ranchos modelo que cubren más de 220.000 hectáreas, ubicados en corredores clave de Colombia, Costa Rica, Bolivia y Brasil, en donde se ha trabajado con comunidades y productores para reducir la depredación de estos felinos. Los ganaderos se comprometieron a cero cacería por represalia, cero deforestación y cero caza de presas del jaguar. Además se probaron medidas de prevención y mitigación y se realizó un seguimiento de los esfuerzos a largo plazo. Las diversas medidas implementadas como manejo de crías, recintos nocturnos para el ganado, animales de guardia, cercos eléctricos, y la disminución en la caza de presas demostraron ser altamente exitosas: la depredación en los ranchos se redujo 90% y en muchos casos no ha habido pérdida de jaguares.
Para Gema Rodríguez, responsable de especies de WWF España, “como nos indica este informe internacional, la coexistencia es posible con voluntad política e inversión en prevención. Reducir el conflicto puede dar lugar a oportunidades y beneficios para la biodiversidad, para las comunidades afectadas y para el global de la sociedad”.
Video sobre coexistencia con lobo «En Tierra de Todos»: AQUÍ