El fuego que desde el pasado miércoles ha devorado la zamorana Sierra de la Culebra ha arrasado más de 30.000 hectáreas, lo que lo convierte en el Gran Incendio Forestal más grave de lo que llevamos de siglo. Afortunadamente, el incendio ya se encuentra estabilizado pero ha dejado una dramática huella sobre quienes viven en el territorio y las consecuencias ambientales que ha podido tener sobre este espacio natural, morada del lobo ibérico, son todavía imprevisibles. La organización recuerda que el escenario de cambio climático y el abandono del medio rural hacen que estos incendios sean cada vez más numerosos e impactantes en España y el Mediterráneo. WWF subraya que invertir en desarrollo rural sostenible sería el mejor escudo contra los incendios forestales.
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El incendio de la Sierra de la Culebra (Zamora) se ha convertido ya en el más grave del siglo XXI. Aunque ya se encuentra estabilizado, ha afectado a una superficie de 30.800 hectáreas, según estimaciones de la Junta de Castilla y León, de un espacio natural muy valioso en nuestro país.
No hay que olvidar que la Sierra de la Culebra es Reserva Regional de Caza y Reserva de la Biosfera, paraíso del lobo ibérico. La organización considera que es pronto todavía para saber las repercusiones ambientales, pero se prevén gravísimas consecuencias por la importancia ecológica de esta zona.
WWF insiste en que este incendio ha superado todo lo esperado, pero recuerda que es la demostración del tipo de incendios que van a amenazar a nuestro país y al Mediterráneo a partir de ahora.
A la hora de analizar las causas que hay tras este Gran Incendio Forestal (GIF), la organización señala el profundo abandono del medio rural español y las políticas nefastas que ni fijan población ni generan empleo ni facilitan el desarrollo de actividades económicas sostenibles, como la ganadería extensiva o la gestión forestal responsable.
Además, este incendio se ha desatado en medio de una ola de calor sin precedentes, por producirse a mediados de junio, con unas condiciones meteorológicas extremas. Estos días se han alcanzado los 40 grados de temperatura, se ha experimentado una sequedad excepcional, vientos que superaron los 40 km/h y tormentas secas. Condiciones que han propiciado que el fuego se encontrase fuera de capacidad de extinción, pero que cada vez serán más frecuentes a causa del cambio climático.
No hay que olvidar que, en este contexto, y a pesar de la profesionalidad de los dispositivos de extinción, el fuego es imparable y pone en serio riesgo la vida de las personas que viven en el entorno y de aquellos que trabajan en su extinción. Una población rural que ve aún más mermadas sus posibilidades de continuar viviendo en y del medio rural tras los incendios.
Según Lourdes Hernández, “En este escenario, la única medida eficaz es invertir en desarrollo rural sostenible y en transformar el territorio hacia paisajes más resistentes al fuego. Y es urgente”. Y continúa: “Incendios va a seguir habiendo, pero debemos lograr que no produzcan estos daños ambientales y sociales extremos con altísimos costes económicos. Y por supuesto, tomarse en serio el cambio climático, políticas serias que lo combatan y responsabilidad para mantener los operativos al 100 % durante todo el año, apoyando en las tareas de prevención”.
Aunque aún no ha comenzado la supuesta temporada de alto riesgo de incendio, España se ha visto seriamente amenazada por las llamas en la última semana: Cataluña y Navarra han sufrido también incendios graves y simultáneos que han forzado el desalojo de varios municipios y cuya situación aún no está controlada. Desde WWF, se preguntan qué más tiene que pasar para que pongamos la prevención y la gestión del territorio en primer plano.