¿Alguna vez has pensado cómo se adapta el medio ambiente a los seres humanos? ¿y viceversa? Hoy te invito a abrir una puerta a la reflexión. ¿Te atreves?
Las personas desde siempre hemos aprovechando los recursos naturales -tales como el agua, la madera, las plantas o el terreno- para sobrevivir. Esto lo hace cualquier animal tanto para alimentarse, como para crear su propio refugio. El problema se desata cuando la ambición cruza los límites y esa es la triste realidad con la convivimos desde hace algunos años.
Actualidad
Ya no usamos los recursos naturales por supervivencia: ahora nos interesa explotarlos a nuestro antojo para conseguir de ellos una calidad de vida que nunca nos parece suficiente. Y siempre vamos a más. Obtenemos más bienes de los que realmente necesitamos, obviando la capacidad del medio ambiente para regenerarse. No actuamos para satisfacer nuestras necesidades básicas, buscamos las complementarias, lo excesivo. Mientras tanto desgastamos el plantea a un ritmo vertiginoso debido a la contaminación, la pérdida de vegetación y biodiversidad, incluso extinción o desplazamiento de especies.
Las explotaciones mineras, petroleras, acuíferas, incluso las agrarias no cesan. La deforestación, la sobrepesca, aumentan. Y el planeta se va apagando. Si hay una cosa clara es que este ritmo es insostenible. En pocos años muchos de estos recursos naturales desaparecerán para siempre. Entonces ya no habrá vuelta atrás. Ya seremos nosotros los que tengamos que cambiar, a la fuerza, nuestro modo de vivir y comportarnos.
El eco de nuestras acciones en el medio ambiente
Mientras nosotros ponemos el foco de atención en nuestra calidad de vida y en el beneficio económico que ello nos genera, el ecosistema no se detiene. Los animales acuáticos viven esquivando nuestros residuos -principalmente plásticos– los barcos, incluso la masiva actividad pesquera. Las aves y gran cantidad de animales, buscan nuevos hábitats para poder comunicarse, lejos de la contaminación acústica que resuena en las ciudades, o reproducirse. Huyen de la caza, de las zonas que los seres humanos deciden urbanizar. Los árboles y las plantas intentan soportar el ruido de la tala, los incendios, las toneladas de basura que rondan a su alrededor.
En esta sencilla fotografía se percibe cómo la planta ha logrado encontrar su pequeño hueco, su nueva casa, a pesar de estar rodeada de asfalto, contaminación acústica, y lejos de cualquier tipo de vegetación. Esto es solo un reflejo de cómo la naturaleza sí intenta convivir en armonía con los seres humanos.
Reflexionemos
Por lo tanto y llegados a este punto te planteo una cuestión: ¿qué estamos dispuestos a hacer nosotros al respecto? Solo se trata de buscar el equilibrio. Acabar con la sobreexplotación de recursos naturales no significa no utilizarlos es su justa medida. El objetivo es lograr el modo de vivir comprometidos con aquello que nos ha regalado la vida: nuestro hábitat.
|A.MARTÍNEZ|