Veinte años. El río Tarafa ha dejado de ser un vertedero urbano. Su restauración ha llegado 20 años después de que el Ayuntamiento iniciara las primeras gestiones para tratar de recuperar un enclave sumido en el abandono.
Aspe vuelve a dar la cara al río Tarafa tras vivir durante décadas de espaldas a él a pesar de que cruza, de norte a oeste el casco urbano y desde el Romeral hasta Quincoces el término municipal, y sus dulces aguas procedentes de La Romana dieron origen al primer asentamiento humano de lo que es la actual localidad, la conocida siglos atrás como «Aspe el Nuevo».
Tras un trabajo iniciado en 2004 y una inversión de casi cinco millones de euros, los nueve kilómetros de cauce del Tarafa -principal afluente del río Vinalopó- han sido acondicionados por la CHJ, la Confederación Hidrográfica del Júcar. Una actuación que ha permitido que el río luzca ahora saneado, mejor preparado ante el riesgo de inundaciones y con todos sus elementos naturales listos y prestos para ser disfrutados por aspenses y visitantes, que ya han comenzado a recorrer este recuperado entorno ambiental haciendo senderismo o montando en bici.
El Tarafa ya no es un vertedero, ni es foco de suciedad ni ofrece una pésima imagen para un pueblo que lo veía discurrir con su belleza, flora y fauna maltratadas por el abandono. Todo eso ha cambiado en los últimos meses y mañana, al mediodía, la presidenta de la Confederación del Júcar, María Ángeles Ureña, será recibida en el salón noble del Ayuntamiento por el alcalde Manuel Díez para dirigirse a continuación al río, junto a los concejales y técnicos, donde se procederá a la apertura oficial de la restauración y mejora del cauce.
«El Tarafa es nuestro río. Nuestros antepasados se instalaron en su ribera porque encontraron fuente de vida y esperanza de futuro. Disponer de sus aguas era vital para su subsistencia. Lo cuidaron, domesticaron, utilizaron para regadío y disfrutaron sabedores de su importancia, del regalo que la naturaleza ponía en sus manos. Y este logro queda ahora en nuestras manos para admirar y conservar las plantas y árboles de su recorrido por Aspe; para escuchar el trino de los pájaros, contemplar el testimonio histórico del castillo del Aljau y las aguas cristalinas de la Rafica y las Rafas», promulgaba ayer el primer edil en su bando mostrándose muy agradecido con la Confederación, e insistiendo en el mensaje de que «el esfuerzo de todos, una vez más, hace posible la recuperación de nuestro patrimonio». Un esfuezo que se remonta más de 20 años atrás, tal y como refleja toda la documentación archivada en el Ayuntamiento donde figuran informes, planes y proyectos para recuperar el río.
También estaba ayer muy satisfecho con el resultado de los trabajos el concejal de Medio Ambiente. «La recuperación del Tarafa como principal pulmón verde de Aspe, la ampliación de la ruta de senderos naturales y la protección del paraje de Algezares suponen un gran avance y contribuyen a incrementar las posibilidades de disfrute de los espacios naturales en la localidad», indicó Antonio Puerto coincidiendo con el alcalde Manuel Díez en pedir a los vecinos que conserven todos estos enclaves para mantenerlos en las mejores condiciones. Pero también -destacaron ambos- para seguir dando ejemplo de pueblo respetuoso con su entorno e implicado, con rigor, en la mejora del medio ambiente.
Pepe Gil y Jesús Cruces | D. Información