· Ecologistas en Acción comparte el diagnóstico en torno a la preocupante despoblación rural y por ello apoya la manifestación ‘La revuelta de la España vaciada’ convocada en Madrid para el 31 de marzo.
· Frente al modelo capitalista, centralista y urbano imperante, la organización ecologista reivindica políticas para la recuperación de servicios sociales públicos asequibles y de calidad, la mejora de las comunicaciones basadas en la conectividad rural y no en las grandes infraestructuras, el apoyo a modelos de desarrollo rural con base territorial como el agroecológico, el fomento de la convivencia entre las poblaciones rurales y la conservación de la naturaleza y la educación para la puesta en valor de las identidades rurales y de las necesidades y papeles clave de las mujeres.
La industrialización y mecanización de la agricultura y otras actividades económicas impulsó desde los años 60 un éxodo rural en nuestros territorios que no ha parado. Desde entonces, los pueblos se han ido vaciando no solo de niños y niñas, de mujeres y jóvenes, sino también de servicios sociales: escuelas, comercios, pequeños obradores, lonjas y mataderos o estaciones de tren han ido cerrando sus puertas, relegando así a la población rural a una condición de «habitantes de segunda». El campo abandonado y los pueblos vaciados, también de las gentes que tradicionalmente han cuidado y defendido el delicado equilibrio de la vida humana y la del resto de la naturaleza, son el sustrato perfecto para que el capitalismo, con la connivencia y financiación de las instituciones públicas, pueda instalar todo tipo de megaproyectos: desde minas a embalses, pasando por fábricas y mataderos dentro un modelo de ganadería industrial, o campos de golf y enormes urbanizaciones de segundas residencias. Las consecuencias sociales, culturales y ambientales de este vaciamiento se traducen así en contaminación, pérdida de suelos, destrucción o alteración de hábitats, malgasto de agua, polución del aire, impactos sobre la salud de las personas, pérdida de valores y culturas ancestrales y más desempleo y abandono rural.
El despoblamiento también ha tenido lugar en algunas capitales de provincia, especialmente en el interior peninsular. Las grandes infraestructuras con las que se han dotado no han servido para fijar la población ni para generar empleo. El problema de estos territorios deriva fundamentalmente del modelo de desarrollo económico el Estado español que, en línea con la globalización capitalista, ha fomentado la concentración de la producción y las inversiones en unos territorios a costa de otros.
En este contexto, Ecologistas en Acción apoya la movilización ‘La revuelta de la España vaciada’ porque considera que son imprescindibles y urgentes políticas públicas que no solo dejen de fomentar como hasta ahora el proceso de despoblación rural, sino que lo frenen y reviertan. Políticas públicas que no criminalicen a jóvenes que con trabajo e ilusión devuelven la vida y la economía a pueblos abandonados como Fraguas o a alcaldes como el de Carcaboso que apuesten por un desarrollo local con base agroecológica. La organización ecologista cree que para revertir esta situación es imprescindible un cambio en el modelo de desarrollo rural que permita trabajar en los siguientes ámbitos:
1. Recuperar los servicios sociales (agua, gestión de residuos, educación, transporte, salud, electricidad, internet, etc.) con gestión pública que garantice el acceso de la población rural a unos estándares de calidad de vida similares a los urbanos, a precio asequible, frente a la privatización que supone un empeoramiento y encarecimiento de estos servicios.
2. Facilitar infraestructuras que permitan la conectividad necesaria en las zonas rurales. Para ello, se deben reparar y mejorar infraestructuras ya existentes y aumentar la frecuencia de los servicios que prioricen la conectividad entre pueblos y de estos con las capitales de provincia. El modelo de grandes infraestructuras, como las autovías y líneas ferroviarias de alta velocidad, no solo provoca grandes impactos ambientales, sino que favorece la conexión entre grandes centros urbanos en detrimento de los pequeños, genera un efecto barrera y prácticamente no da servicio al mundo rural. En cambio, acapara recursos económicos y conlleva la pérdida del tren convencional que sí da un servicio público en los pueblos.
3. Erradicar el modelo de extracción masiva de recursos como la minería, la agroindustria u otras a actividades contaminantes o de riesgo para la salud de las personas como las centrales nucleares, que destruyen los medios de vida en los territorios rurales –como la ganadería extensiva y la pequeña agricultura– y que, lejos de fijar población, la sigue expulsando.
4. Fomentar un modelo de desarrollo rural no solo compatible con la conservación de la biodiversidad y el patrimonio natural, incluso cuyo motor sean precisamente estos valores.
5. Garantizar el acceso a la tierra y la recuperación de terrenos comunales, preferiblemente para iniciativas agroecológicas. Muchos proyectos no pueden desarrollarse por la dificultad de acceso a la tierra, que se encuentra concentrada en pocas manos, a veces incluso en la administración pública. Los territorios y recursos comunales han permitido tradicionalmente el acceso de la población rural a formas de uso sostenible de la tierra, como la pequeña agricultura y la ganadería extensiva.
6. Fomentar el establecimiento de industrias que prioricen la calidad de los productos, la verdadera generación de empleo, la salud de las personas y la conservación del funcionamiento de los ecosistemas. Esta pequeña y mediana industria, como la artesanal, se debe desarrollar en los distintos sectores económicos, especialmente en el agroalimentario con base agroecológica. Ante los rápidos e importantes cambios que enfrentamos en cuanto a la disponibilidad de combustibles fósiles y la aceleración del cambio climático, es urgente recuperar la soberanía alimentaria de los territorios. En lugar de privilegiar ciudades que devoran recursos y personas de su alrededor, se debe reconocer el papel crucial de los pueblos y sus gentes en la alimentación de toda la sociedad, recuperar la vida en los pueblos y (re)generar relaciones justas y equilibradas entre poblaciones de diferentes dimensiones y características.
7. Introducir en el modelo educativo valores asociados a las culturas rurales y de defensa del territorio y su patrimonio natural que permitan una revalorización de la vida y la identidad rurales, así como de la importancia de los trabajos de las mujeres en el sostenimiento de la vida rural, cuidando de una población extremadamente envejecida, de las escuelas rurales o de innumerables pequeñas empresas de turismo o pequeño comercio, a la vez que produciendo y transformando alimentos.
Por todas estas razones, Ecologistas en Acción espera que esta movilización catalice un cambio radical de las políticas públicas que se han venido desarrollando mayoritariamente para que el presente y el futuro sean no solo posibles sino deseables: es necesario que, sobre todo jóvenes y mujeres, vuelvan a los pueblos o no los abandonen.