Ante la próxima conclusión de la COP26 en Glasgow, y suponiendo que el texto publicado a las 18:10 no cambiará, Greenpeace considera que la decisión de la COP26 es sumisa, es débil y el objetivo de 1,5 ºC apenas está vivo, pero que se ha enviado una señal de que la era del carbón está terminando. Y eso es importante.
“Aunque el acuerdo reconoce la necesidad de reducir las emisiones en esta década, esos compromisos se han dejado para el año que viene. Los jóvenes que han llegado a la edad adulta en una crisis climática no tolerarán muchos más resultados como éste. ¿Por qué deberían hacerlo si están luchando por su futuro? “, explica la directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan.
Y añade: “Glasgow debía cumplir con el objetivo de cerrar la brecha a 1,5 ºC y eso no ha sucedido, pero en 2022 las naciones tendrán que volver con objetivos más fuertes. La única razón por la que conseguimos lo que conseguimos es porque los jóvenes, los líderes indígenas, los activistas y los países en primera línea de los impactos climáticos han forzado concesiones que se dieron a regañadientes. Sin ellos, estas conversaciones sobre el clima habrían fracasado por completo. Nuestro clima, se está desmoronando a nuestro alrededor; lo vemos cada día en los incendios forestales, los huracanes, las sequías y el deshielo. Se acabó el tiempo, se nos ha acabado el camino, y como cuestión de auto-supervivencia tenemos que movilizarnos urgentemente para crear una presión incontenible que acabe finalmente con la era de todos los combustibles fósiles.“
Greenpeace considera que en la COP26 se han producido avances en materia de adaptación, ya que los países desarrollados empezaron por fin a responder a las peticiones de los países en desarrollo a la necesidad de financiación y recursos para hacer frente al aumento de las temperaturas. Se ha reconocido que los países vulnerables están sufriendo ya pérdidas y daños reales por la crisis climática, pero lo que se prometió no fue nada parecido a lo que se necesita sobre el terreno. Este tema debe ser prioritario para los países desarrollados cuando la COP vaya a Egipto el año que viene.
La línea sobre la eliminación progresiva de las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles es débil y comprometida, pero su mera existencia es, sin embargo, un avance, y el enfoque en una transición justa es esencial. El llamamiento a reducir las emisiones en un 45% para el final de esta década está en consonancia con lo que se debe hacer para mantenernos por debajo de 1,5 ºC y recoge firmemente lo que aporta la ciencia a este acuerdo. Pero es necesario ponerlo en práctica.
“La estafa de las compensaciones recibió un impulso en Glasgow con la creación de nuevas lagunas que son demasiado grandes para tolerarlas, poniendo en peligro la naturaleza, los pueblos indígenas y el propio objetivo de 1,5 ºC. El Secretario General de la ONU ha anunciado que un grupo de expertos pondrá un escrutinio vital a los mercados de compensación, pero aún queda mucho trabajo por hacer para detener el lavado verde, las trampas y las lagunas que dan un pase a los grandes emisores y a las empresas“, concluye Morgan.
España: pasar de las palabras a los hechos
Respecto al papel de España en esta cumbre, Greenpeace recuerda que una vez terminada la COP la clase política vuelve a sus países de origen y debe implementar las políticas necesarias para luchar contra el cambio climático. El caso de España no es diferente al de los demás países que no hacen lo suficiente.
“El Bla Bla Bla de la COP lo vemos también en el Gobierno de España, las buenas palabras no nos salvarán de la crisis climática, necesitamos acción, medidas urgentes para transformar rápido los sectores responsables del cambio climático y abandonar los combustibles fósiles de forma planificada pero rápida. Se nos acaba el tiempo”, ha declarado Tatiana Nuño, responsable de la Campaña de Cambio climático de Greenpeace España.
El presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, durante su participación en la COP26 pidió mayor ambición en los objetivos de lucha contra el cambio climático y reclamó el abandono de los combustibles fósiles. Sin embargo, el objetivo de reducción de las emisiones aprobado para el Estado español del 23% en 2030 respecto a 1990 está muy lejos de las recomendaciones científicas para no superar 1,5 ºC.
Greenpeace demanda que se revise ese objetivo y se eleve la reducción de las emisiones hasta el 55% en 2030 respecto a 1990 para alcanzar la descarbonización en 2040 y contribuir así con la reducción de la brecha que existe entre lo que se debe hacer y lo que dicen que se va a hacer.
El Gobierno de España también debe sumarse a la Alianza creada en COP26 titulada “Más allá del gas y del petróleo” (BOGA, por sus siglas en inglés) de la que ya forman parte 12 países. El objetivo de esta alianza internacional es el de facilitar la eliminación gradual de la producción de petróleo y gas en los diálogos internacionales sobre el clima, movilizar la acción y los compromisos, y crear una comunidad internacional de prácticas sobre esta cuestión.
Así mismo, el Gobierno de España debe elevar su voz y tomar un papel más activo en las negociaciones europeas para la taxonomía evitando así que el gas y las nucleares puedan ser consideradas energías limpias en la transición y que puedan acceder a fondos.