Los parajes naturales del sureste español respiran aliviados con la llegada de la lluvia. Estos días es un lujo caminar por el monte. La naturaleza luce más verde, respira con más energía. El olor a tierra mojada, el trinar de los pájaros… es todo un espectáculo para los sentidos. Sin embargo, los medios de comunicación sólo muestran la parte negativa de la lluvia: las riadas e inundaciones que han sufrido poblaciones del Levante español sin mostrar que la causa de esos daños no es exclusivamente climatológica, sino que la mano del hombre también está detrás.
Las altas temperaturas de este verano (julio de 2015 ha sido el más caluroso de la serie histórica), unidas al polvo en suspensión y las calimas habían cubierto de polvo la vegetación de nuestros montes. Por suerte en la zona de Pinoso las cosechas no se han visto afectadas por el pedrisco y donde hace unas semanas todo era tierra seca y castigada por la sequía, ahora es tierra mojada, llena de color y vida.
Los efectos evidentes del cambio climático, unidos al aumento de incendios forestales (en lo que va de 2015 se han quemado más de 65.000 hectáreas) hacen que nuestros parajes naturales se vean amenazados. Detrás de ambos fenómenos se encuentra la desidia de la sociedad ante las emisiones de CO2 a la atmósfera y la falta de acciones de prevención para mantener nuestros bosques limpios y minimizar el riesgo de incendios. De ahí que las organizaciones medioambientales continúen insistiendo en la necesidad de endurecer las prohibiciones y sanciones por quema de rastrojos o en el uso de maquinaria agrícola (desbrozadoras, maquinaria de cortar paja…) durante los meses de verano, así como ante la acción de los pirómanos. Con ello se busca mermar las consecuencias que las negligencias, accidentes e incendios intencionados tiene en nuestros parajes.
La capa vegetal de los parajes naturales ayuda a evitar que, cuando las lluvias son torrenciales –como ha sido el caso de ésta semana-, se produzcan desprendimientos y corrimientos, ya que la vegetación actúa como anclaje de la tierra. Pero esto por sí sólo no impide que se produzcan inundaciones. La construcción de viviendas en zonas de paso de agua (ramblas o antiguos cauces de río) es un ejemplo de cómo el hombre desoye a la naturaleza y se empeña en imponer sus propias reglas. Las consecuencias las conocemos todos: vehículos destrozadas, casas inundadas, familias que han de ser realojadas…
Desde ecoactiva, Obra Natural (RSC) de publiActiva, abogamos por disfrutar de la naturaleza respetándola y siendo conscientes de que es el bien más preciado del que disponemos. Por ello apoyamos acciones que promuevan la prevención y sensibilización en materia medio ambiental.
¿Nuestro consejo? Escápate al campo y disfruta del espectáculo que la lluvia ha creado.