La política de la Unión Europea (UE) en materia de biocarburantes debe reformarse para evitar que el consumo de estos combustibles agrave el cambio climático y produzca mayores impactos socioambientales, como la destrucción de ecosistemas y la reducción global de alimentos. Así lo han explicado representantes de Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra y Transport and Environment al inicio de unas jornadas en Madrid. Critican las declaraciones del ministro español Miguel Arias Cañete, partidario de elevar los límites de biocombustibles procedentes de cultivos
La estrategia de la UE 20-20-20, aprobada en 2008, establece que en 2020 el 10% de la energía consumida en el sector del transporte provenga de energías renovables, lo que a día de hoy se traduce en el uso de biocarburantes. De ese porcentaje, según la última propuesta de la Comisión sólo la mitad podría ser de biocarburantes procedentes de cultivos alimentarios. Un límite que el ministro español de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente propuso aumentar ayer en Bruselas para dar «continuidad y seguridad jurídica a las inversiones ya hechas». Cañete pasa por alto los impactos sociales y económicos asociados para muchas poblaciones del planeta.
Los objetivos de la UE tienen como objetivo la reducción de la dependencia energética de combustibles fósiles, así como las reducción de emisiones de CO2. Sin embargo, un reciente estudio encargado por la misma Comisión Europea, alerta que el uso masivo de agrocarburantes puede generar incluso más emisiones de CO2 que el petróleo, como consecuencia de lo que se denominan las emisiones por el cambio de uso indirecto del suelo (ILUC, por sus siglas en inglés). Se trata de las emisiones debidas a la roturación de nuevos suelos para producir los alimentos que ahora se destinan a obtener carburantes. De aplicarse los factores que integran estas emisiones, los principales biocarburantes consumidos en la UE, el biodiesel de colza, soja y palma de aceite (en torno al 80% del consumo total), no podrían recibir subvenciones ni ser contabilizados como reductores de emisiones.
La Unión Europea, según Nusa Urbancic de Transport and Environment, debe establecer unos factores claros y ajustados a los últimos estudios científicos, que permitan reorientar adecuadamente el uso de biocarburantes hacia aquellos que realmente no producen unas mayores emisiones de CO2, no son la causa de otros impactos ambientales, y no compiten por el uso de cultivos destinados para alimentación. De lo contrario la política de la UE no estará sino agravando el calentamiento global y las crisis alimentarias que padecen millones de personas.
En plena fase de debate en el Parlamento y Consejo Europeo sobre cómo incluir los factores ILUC y como reorientar la política de la UE en materia de biocombustibles, Transport and Environment, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierran piden:
-Revisar los objetivos de consumo de agrocombuistibles en el sector del transporte.
-Incluir una manera correcta de contabilizar las emisiones de carbono debido a cambios de uso de suelo (ILUC) en las Directivas RED y FQD.
-Reforzar los criterios de sostenibilidad también para los llamados biocombustibles de segunda generación
Asimismo, piden al ministro español Cañete que no se oponga a incrementar el límite propuesto por la Comisión Europea para evitar que los biocarburantes consumidos en la UE procedan de cultivos alimentarios y no sean la causa de futuras crisis alimentarias en el mundo.
Por último, dichas organizaciones recuerdan que el problema energético del modelo de transporte solo puede solucionarse mediante una transformación del sistema completo, que minimice el número de desplazamientos, se incremente su eficiencia energética y se reduzca su dependencia hacia fuentes energéticas de tipo fósil o no sostenibles.
Liliane Spendeler | Amigos de la Tierra