El pasado martes 31 de enero, cuatro activistas de Greenpeace International subieron de forma pacífica a un barco contratado por Shell para transportar su plataforma en altamar, al norte de la costa canaria
Los cuatro activistas, a los que Shell ha enviado una orden judicial en la que amenaza con multas y hasta dos años de cárcel, continúan a bordo de la plataforma (alimentándose con víveres que llevaban encima en el momento de la acción)
La multinacional Shell ha intentado silenciar la última acción pacífica de Greenpeace en su plataforma de petróleo y gas, que viaja a bordo de un barco, donde todavía permanecían cuatro activistas, al enviar a la organización una orden judicial a última hora del viernes (3 de febrero), en la que la amenazaba con hasta dos años de cárcel y multas [1].
Hoy las tácticas legales de mano dura de Shell han fracasado: Greenpeace ha intensificado su protesta con dos activistas más que, a bordo de otros barcos no afectados por la orden judicial, han logrado subirse al buque contratado por la multinacional. Se suman así a los cuatro activistas que llevan en la plataforma de petróleo y gas de la compañía desde el pasado martes.
La organización medioambiental exige que la compañía deje de expandir la producción de petróleo y gas en todo el mundo, que asuma su responsabilidad en la crisis climática y que pague por la destrucción que está provocando.
Alrededor de las 9 a.m. [CET] en el Canal, el trimarán Mérida fletado por Greenpeace y otros dos botes se han acercado hasta el buque de carga pesada White Marlin contratado por Shell para transportar su plataforma de petróleo y gas de 34.000 toneladas hacia el Mar del Norte.
Las imágenes muestran un barco-escolta que permanece cerca de los activistas. Este barco es propiedad de Boskalis, la empresa que Shell ha contratado para el transporte de la plataforma petrolera.
Dos escaladores de Greenpeace International (Pascal Havez, de Francia, y Silja Zimmermann, de Alemania) han usado cuerdas para acceder al barco contratado por Shell desde el Suzy Q, un pequeño bote propiedad de la organización medioambiental.
Se han unido así a los otros cuatro activistas a bordo de la plataforma (Carlos Marcelo Bariggi Amara, de Argentina; Yakup Çetinkaya, de Turquía; Imogen Michel, del Reino Unido, y Usnea Granger de EEUU).
Otros tres activistas (Nonhle Mbuthuma, de Sudáfrica; Hussein Ali Ghandour, del Líbano, y Noa Helffer, de Italia) se sumaron a la protesta desde el Mérida, dando testimonio y enarbolando pancartas con el mismo mensaje de la acción del pasado 31 de enero: “Dejad de perforar. Pagad los daños”.
Todo esto ocurre cuatro días después de que Shell anunciara ganancias récord de 39.900 millones de dólares (36.000 millones de euros).
Testimonios desde el barco
Hussein Ali Ghandour, de Líbano, ha señalado desde el Mérida: “Procedo de una de las regiones más secas del mundo, que se está calentando dos veces más rápido que la media mundial. En todo el Medio Oriente y Norte de África, las sequías, los incendios forestales, las inundaciones repentinas y otros desastres climáticos ahora son parte de nuestras realidades diarias, lo que agrava nuestros problemas sociales y económicos. Son los grandes contaminadores como Shell los que han de cargar con las responsabilidades históricas de estos daños. El reloj de la justicia climática está en marcha y los contaminadores deben dejar de desarrollar nuevos proyectos de combustibles fósiles y pagar por las décadas de devastación que han causado en todo el mundo”.
La escaladora alemana Silja Zimmermann también ha declarado que “no dejaremos que Shell nos silencie. El mundo necesita saber que Shell tiene planes para seguir calentando aún más el planeta, aumentando la devastación climática sin pagar un euro para reconstruir la destrucción que ya estamos viviendo: tenemos veranos cada vez más sofocantes, la falta de lluvia está destruyendo los bosques y afectando a los agricultores, y con las elevadas facturas de energía, cada vez es más difícil llevar comida a la mesa. Comunidades enteras están expuestas al auge y caída de los volátiles mercados de petróleo y gas. Y en Alemania, por ejemplo, las inundaciones en 2021 mataron a 180 personas, con unos costes de reconstrucción de 30.000 millones de euros. Ya vale, ya es suficiente. Shell debe dejar de perforar y empezar a pagar”.
Noa Helffer, de Italia, también desde el Mérida, ha recalcado que “sabemos que la crisis climática está golpeando más fuerte a los países que tienen menos culpa y en Europa nos solidarizamos. Al crecer en Italia, a veces viví inundaciones que llegaban hasta la cintura y, por el contrario, ha habido momentos en los que no llovía durante meses y los agricultores solo obtenían cultivos secos. Las ganancias de Shell son nuestra pérdida. Es hora de hacer pagar a los que contaminan”.