Una decena de aviones verterán miles de litros de agua durante los dos próximos días sobre Teherán, en una suerte de lluvia artificial con la que se pretende combatir la nube tóxica que desde hace tres semanas flota sobre la capital persa.
Así lo anunció hoy el director general del Organismo iraní para la Protección del Medio Ambiente, Mohamad Javad Mohamadizadeh, quien precisó que la operación comenzará este martes.
«El plan se llevará a cabo en coordinación con el Ministerio de Agricultura para la Yihad (Guerra Santa) y se prolongará por espacio de dos días», explicó el responsable, citado por la agencia de noticias local Fars.
Mohammadizadeh precisó, no obstante, que se trata de una medida excepcional ante los «niveles críticos» de contaminación a los que se ha llegado, en particular en el sur de la ciudad, y que un grupo especializado de investigadores buscan alternativas mejores a largo plazo.
Entre ellas, se baraja la opción de alterar la atmósfera para crear de forma artificial nubes que produzcan precipitaciones y la posibilidad de generar corrientes de viento que empujen la masa de polución, explicó.
El gobernador de la provincia capitalina, Morteza Tamaddon, ya reveló el sábado que igualmente se buscan soluciones mecánicas, como la instalación de grandes ventiladores y sistemas de aire acondicionado en las zonas más contaminadas de la metrópolis.
Los graves índices de polución que Teherán sufre desde el pasado mes han obligado a las autoridades locales a restringir el tráfico y a desplegar autobuses medicalizados en diferentes puntos de la capital para atender enfermedades respiratorias.
Además, se han suspendido durante días las clases en diversos colegios y universidades y se han decretado varios días festivos en la administración pública para tratar de restringir los desplazamientos.
Desde la semana pasada, tanto los coches como las motocicletas solo pueden circular en toda la capital en días alternativos, dependiendo de si el número de matrícula acaba en número par e impar.
Un reciente estudio divulgado por la municipalidad afirma que en numerosas zonas de Teherán, urbe en la que viven cerca de 14 millones de personas, el aire «es completamente insano debido a la alta concentración de monóxido de carbono, dióxido de sulfuro, nitrógeno, ozono y otras partículas en suspensión».
El mismo estudio alega que el hongo tóxico que flota sobre el área metropolitana es consecuencia de la densidad del tráfico, que genera cerca de 4.400 toneladas de productos contaminantes del aire al día y alrededor de un millón y medio de toneladas al año.
La ausencia de lluvias y vientos, en uno de los otoños más secos que se recuerdan, ha contribuido a agravar este año un mal que parece endémico en Teherán.
La situación es similar en otras grandes ciudades del país como Tabriz o Isfahan.
Algunos expertos apuntan también como responsable a la mala calidad de la gasolina que se consume en el país.
Irán puso en marcha el pasado mes de junio un plan urgente para tratar de evitar posibles sanciones internacionales a la importación de combustible.
El proyecto ha consistido en transformar en tiempo récord siete industrias petroquímicas en refinerías para reducir la dependencia exterior.
Pese a que flota sobre las segundas mayores reservas probadas de petróleo y gas del mundo, el país importaba hasta la fecha el 40 por ciento de la gasolina que necesitaba debido a la precariedad de su industria de refinado.
Según estadísticas del Centro iraní de Control de Calidad del Aire, cada año mueren más de 5.000 personas en la capital iraní por enfermedades relacionadas directamente con la polución.
El pasado lunes, durante una rueda de prensa, el presidente iraní, Mahmud Ahmadienyad, mostró la preocupación del Gobierno por la nube tóxica sobre Teherán e insistió en la necesidad de reducir drásticamente la población de la capital con incentivos económicos para que se desplacen a otras localidades.
Asimismo, recordó el alto riesgo de sufrir un terremoto como una razón de peso más para despoblar la urbe, que fue elegida como su capital por la derrocada dinastía Qayar en el siglo XIX debido a la belleza de su entorno montañoso.
Saturada de tráfico pese a la inversión en autopistas y otras infraestructuras, la desorganización de su plano urbano, con calles demasiado estrechas y tortuosas en ocasiones, junto a las largas distancias y la mala práctica de los conductores, que no respetan las señalizaciones, hace que Teherán esté continuamente atascada.
La burocracia, centralizada y faraónica, es, asimismo, uno de los principales problemas de la ciudad, afectada igualmente por los cortes de fluido eléctrico y agua.
Fuente_EFE Verde