Ayer Repsol YPF hizo público el descubrimiento de un nuevo yacimiento de gas y petróleo en la región argentina de Loma de la Lata. Estos hidrocarburos son “no convencionales” y se denominan de esquisto al estar embebidos en la roca. Su extracción requiere de la inyección de agua con productos tóxicos a alta presión para reventar la roca, lo que tiene gravísimos impactos ambientales. La región de Loma de la Lata ya es una zona fuertemente contaminada con importantes afecciones a las poblaciones mapuches que allí habitan.El pasado junio las comunidades mapuches que habitan en la región de Loma de la Lata (Argentina) cortaron los accesos a las estaciones de Repsol YPF. Estas comunidades son propietarias de 6.800 hectáreas en cuyo subsuelo están parte de los yacimientos explotados por la multinacional española. La protesta tuvo como objeto que se limpiasen sus territorios y se les compensase por la contaminación ambiental que sufren.
El conflicto viene de lejos. Ya en 2002, las comunidades mapuches de Loma de La Lata demandaron a Repsol-YPF por 445 millones de dólares en concepto de los daños que sufrieron en su territorio como consecuencia de la explotación hidrocarburífera.
La demanda se dividió en dos partes. En una se reclama una compensación por impactos en su salud psicofísica, la vegetación, la fauna, y la afectación sociocultural. Por este ítem, los mapuches demandan algo más de 138 millones de dólares. El otro concepto es el costo de la remediación de la superficie afectada, que incluye desde el agua hasta los suelos, incluido el repoblamiento de la fauna silvestre. La consultora Umweltschutz estimó que los trabajos de recuperación requieren 307 millones de dólares.
La demanda venía sostenida por los informes de Umweltschutz Nord Argentina SRL que establecen que los individuos de las comunidades mapuches tienen niveles de presencia de «elementos tóxicos» por encima de los individuos urbanos europeos. En el informe da cuenta de que se hallaron valores elevados «sobre todo de aluminio, manganeso, talio» y que «fueron encontrados algunos valores significativamente altos de plomo, cadmio, arsénico y níquel».
A estos impactos que ya sufre la población local se sumarán los de la fractura hidráulica para extraer las nuevas reservas, mucho mayores que los imapactos de la extracción convencional. La fractura hidráulica consiste en la inyección de agua con productos tóxicos a alta presión para romper la roca en la que está embebido el gas o el petróleo. EEUU es el país donde más se ha desarrollado esta tecnología y donde los impactos son más claros, como recogen un Informe solicitado por el Parlamento Europeo y el Informe del Tyndall Centre (Universidad de Manchester). Entre las afecciones destacan:
· Gran consumo de agua: Para fracturar cada pozo se necesitan de media unos 9.000 a 29.000 toneladas de agua. Una plataforma de 6 pozos de media necesita unos 54.000 a 174.000 millones de litros de agua en una sola fractura.
· Gestión del agua residual: El fluido de retorno de la fractura hidráulica contiene las sustancias químicas utilizadas en el fluido de fractura. Además contiene metales pesados, y sustancias radiactivas como radón, radio o uranio, que retornan a la superficie. Millones de litros de agua contaminada, que habitualmente en es inyectada en el subsuelo.
· Productos químicos: Los informes del Parlamento Europeo y el Centro Tyndall hablan de 260 sustancias químicas. Una asociación norteamericana, Diálogos sobre la Disrupción Endocrina, ha identificado más de 360 sustancias químicas con efectos dañinos sobre la salud. Entre ellas hay sustancias que producen cáncer, tóxicas para la piel, ojos, sistema digestivo, respiratorio, nervioso, etc. Se han observado casos de migrañas continuadas, náuseas, alergias y problemas en el sistema respiratorio en gentes que viven en zonas cercanas a explotaciones de gas natural.
· Contaminación aguas subterráneas: Un estudio de la Duke University de Durham (Carolina del Norte) publicado en mayo de 2011, ha demostrado que las contaminaciones de metano en viviendas cercanas a pozos de los estados de Nueva York y Pensilvania tiene su origen en las explotaciones de gas de pizarra. El caso más grave sobre el que se ha informado fue el de la explosión de una casa por contaminación de metano de sus cañerías y sótano en el estado de Ohio en 2008, como se recoge en el Informe del Parlamento Europeo publicado en Junio de 2011.
· Pequeños terremotos: En mayo de 2011, en la ciudad de Blackpool en el noroeste de Inglaterra, se produjeron dos pequeños terremotos. A mediados de octubre han salido los resultados de la investigación que ha llevado a cabo el Servicio Geológico Británico, admitiendo que el epicentro de ambos terremotos se encuentra en las cercanías del lugar de perforación de la empresa. Estos pequeños terremotos no son muy graves, pero ponen en peligro la correcta cimentación del pozo, pudiendo conducir a graves contaminaciones.
· Cambio climático: Durante el proceso de extracción se producen inevitablemente fugas de gas natural, que es unas 30 veces más potente que el dióxido de carbono como gas de efecto invernadero. El informe de la universidad de Cornell sobre este particular adjudica al gas natural un impacto superior al del petróleo o del carbón en términos de gases de efecto invernadero.
· Contaminación del aire: El caso mejor estudiado sobre el impacto del gas de pizarra en la calidad del aire es el de Fort Worth, una ciudad de 750.000 habitantes perteneciente a la región metropolitana de Dallas. Según un estudio de la Southern Methodist University de 2008, la extracción de gas de pizarra generaban más contaminación que todos los coches, camiones y aviones de la región de Dallas-Fort Worth, una conurbación de más de seis millones de habitantes.
Por todo ello, Ecologistas en Acción vuelve a reclamar a Repsol YPF que deje los hidrocarburos bajo tierra.
Para más información:
· Ecologistas en Acción organiza esta tarde, a las 19:30 en su local (c/Marqués de Leganés 12, Madrid) una charla con un activista argentino, Diego di Riso, que explicará las implicaciones de las explotaciones de hidrocarburos “no convencionales”.