Las organizaciones ambientales recuerdan que tan solo se ha mejorado a la hora de reconocer los graves problemas que sufren los ecosistemas acuáticos y acuíferos y se han hecho ciertos avances en algunas materias, como incorporar mejor la restauración de los ríos. Sin embargo, estos planes siguen sin hacer frente a los desencadenantes de la degradación de los ecosistemas acuáticos. Esto significa que no se va a garantizar que los ríos, humedales y acuíferos españoles puedan adaptarse al cambio climático ni, mucho menos, que sobrevivan a la extrema sobreexplotación.
Grandes obras que chocan con la transición ecológica
De igual forma, insisten en que era razonable que muchas infraestructuras dañinas para los ríos, como grandes presas, no entraran en este ciclo de planificación. No obstante, los documentos mantienen algunas obras obsoletas para la transición ecológica y la protección de las masas de agua, entre ellas, el recrecimiento de Yesa (en el Ebro), las balsas de La Rial y de Los Morales (en el Duero), o el recrecimiento del Agrio (en el Guadalquivir). De hecho, se incluyen obras que cuentan incluso con sentencias de nulidad por parte de los tribunales, como el caso de Mularroya.
Caudales para cumplir el expediente
Aunque Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF España dan la bienvenida a que, por primera vez, tras 12 años de planificación hidrológica, se reconozca la obligatoriedad de fijar un régimen de caudales ecológicos universal, los caudales mínimos, en general insuficientes, están lejos de cumplir con los objetivos de la legislación de aguas.
A pesar de ese tiempo transcurrido, los valores fijados de caudales ecológicos no se ajustan a los resultados de los estudios más recientes, siendo necesaria su redefinición. Por el contrario, los caudales se ajustan para no comprometer los consumos actuales o futuros, por lo que no suponen en la práctica apenas ningún tipo de restricción, tal y como exige la ley. Además, el programa de seguimiento de su cumplimiento real por los usuarios está muy limitado y no atiende a las necesidades hídricas de los espacios Red Natura 2000, tal y como apuntaba la Comisión Europea en sus informes de evaluación de los planes vigentes.
La apuesta por la expansión e intensificación y modernización del regadío
Las organizaciones ecologistas alertan de que se siguen promoviendo las actividades que más impactan a los ríos, humedales y acuíferos, ligadas a la expansión del regadío intensivo en todas sus vertientes. Entre ellas, nuevas transformaciones, intensificación y ampliación de riegos existentes mediante modernizaciones que no cuentan con una justificación medioambiental, y el uso del agua depurada o la sustitución de bombeos. Asimismo, insisten en que se mantiene en gran parte esta política, culpable de los graves problemas de sobreexplotación y mal estado de las masas de agua en muchas cuencas, sin previamente reducir las demandas.
De hecho, los planes mantienen presupuestos superiores a los 300 millones de euros para nuevos regadíos en el Duero o cercanos a los 1.000 en el Ebro. A ello debe sumarse una política de modernización de regadíos, solo en el Ebro, de cerca de 190.000 hectáreas, que no se ajusta a los objetivos de la DMA, y que incidirá en una mayor presión por extracción sobre las masas de agua.
Espacios emblemáticos: falta de ambición
La degradación de los humedales emblemáticos, Doñana, Mar Menor, Tablas de Daimiel, delta del Ebro o la albufera de Valencia, sigue sin corregirse, pese a la urgencia y gravedad de su situación. No aportan suficiente agua mediante la Planificación Hidrológica, que es la piedra angular de la política de conservación de estos grandes ecosistemas. La falta de planes de actuación para las masas subterráneas en riesgo de los acuíferos que alimentan a varios de ellos impide activar medidas de Estado urgentes para salvarlos.
De un lado, Doñana languidece por la sobreexplotación y buena parte de las inversiones “estrella” se destina a traer agua de fuera sin controlar previamente el exceso de extracción. De otro, el delta del Ebro, con su posible desaparición, sigue sin ver la activación inmediata del aporte de sedimentos. Los objetivos insuficientes de calidad y cantidad de agua para la albufera de Valencia impedirán llegar a 2027. Y las autoridades regionales no admiten medidas que propicien cambios en las políticas agrarias del entorno del Mar Menor y Daimiel causantes de los problemas, ni siquiera se discuten o cuestionan de cara a los recursos menguantes existentes.
Planes Hidrológicos cerrados en falso
Ha terminado el periodo de información pública de los Planes Hidrológicos sin que se hayan cerrado los compromisos con la UE, a través de cambios normativos adecuados.
Entre ellos, la coordinación de los borradores de los reglamentos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación contra el exceso de contaminación agraria por nitratos, o contra la expansión de las macrogranjas, y por la que España está imputada ante el Tribunal de Justicia de la UE, la incorporación de las recomendaciones del Tribunal de Cuentas de la UE sobre el impacto del regadío o la Estrategia de Transición Hidrológica que exige la Ley de Cambio Climático. Tampoco se ha establecido la adecuada gobernanza ante las medidas de la PAC dirigidas a la intensificación o expansión del regadío.
España sigue tratando de mantener una política de aguas expansiva en el consumo, que tiene como consecuencia el grave deterioro de los ecosistemas acuáticos, sin replantear por completo el modelo económico, especialmente el agrario.
Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF España solicitan que las inversiones de los planes hidrológicos se dirijan de forma mayoritaria a alcanzar los objetivos ambientales que exige la DMA para 2027, al tiempo que advierten que ya estamos en el tiempo de descuento.