Primero fue el picudo rojo con las palmeras y ahora es el tomicus el que amenaza a otra especie arbórea de la provincia: los pinos. Desde finales de 2014 los pinares de la Comunidad Valenciana y del norte de España se ven afectadas por un pequeño escarabajo autóctono que nunca había atacada con tanta virulencia la arboleda. Tras dos años de combatir la plaga, los técnicos de la Conselleria de Medio Ambiente observan una disminución del número de árboles muertos producida por el aumento de lluvias durante la primavera.
Sin embargo, el número de áreas afectadas ha aumentado sensiblemente aunque a un ritmo menor que en 2014. La lucha contra el conocido como “barrenillo”, nombre común que recibe el tomicus destruens porque perfora el pino para desarrollarse en su interior debilitando el árbol y produciendo su muerte, no está siendo fácil. La Generalitat Valenciana ha talado varios miles de árboles para intentar frenar la plaga y se han colocado trampas para limitar su avance. Esto, unido al incremento de las lluvias, han dado una tregua a los pinos de la Comunidad. Sin embargo la plaga todavía no está controlada y la disminución de las precipitaciones durante el otoño puede incrementar su virulencia.
En el Alto y Medio Vinalopó, aunque no son las zonas más afectadas, también se ha extendido la plaga. Así, en localidades como Sax se han talado y traslado a vertederos especializados centenares de pinos afectados. Pero, sin duda, una de las zonas más afectadas de la provincia de Alicante es la Vega Baja. En Orihuela, por ejemplo, la acción del «barrenillo» ha acabado con buena parte de los pinares de la zona, aunque parece que las medidas tomadas para controlar la plaga están surtiendo efecto.
Entre las causas de que un insecto autóctono se haya convertido en plaga se encuentran la sequía que ha debilitado a los pinares y ha facilitado la proliferación del escarabajo, la disminución de las aves insectívoras como consecuencia del cambio climático y del uso y abuso de insecticidas y plaguicidas en los cultivos, así como la falta de recursos en el control y vigilancia de plagas.
Patricia Pastor | ecoactiva