Conscientes de la importancia de los bosques para la vida se suma a la iniciativa de plantar árboles para frenar, entre otros, el cambio climático. Para ello decide invertir en empresas de selvicultura de especies frondosas para la producción de maderas nobles de calidad y la regeneración medioambiental.
Los bosques son fundamentales para la vida, indispensables. Protegen y sustentan la biodiversidad, proporcionan madera, leña y otros productos forestales, evitan la erosión, regulan el ciclo hidrológico, absorben el CO2 reteniendo el carbono, liberan oxígeno, frenan el cambio climático… Aproximadamente dos terceras partes de los 34.000 millones de hectáreas de bosque que quedan en nuestro planeta están sometidas a una explotación forestal insostenible que cada año devora unos 11 millones de hectáreas. El cambio climático tiene mucho que ver con esta desaparición y degradación de las masas forestales. Razones éticas, culturales, ambientales y económicas nos apremian a conservar y gestionar racionalmente los bosques, especialmente los «bosques primarios», y a generar nueva masa forestal, combinando la protección de los espacios naturales con la explotación sostenible de los recursos madereros.
Plantar árboles contribuye, asimismo, a revitalizar el campo y el mundo rural más cercano, en muchos sentidos y en la mejor dirección: generando empleo de calidad y sostenible, actividad económica y conciencia medioambiental, ayudando a fijar población rural, devolviendo al campo parte de lo arrebatado en las últimas décadas: trabajo, rentabilidad, vida.
Durante los 20 años del ciclo productivo cada árbol proporcionará al medio ambiente:
- 10.000 kilogramos de materia orgánica, fertilizando el suelo y evitando la erosión.
- 400.000 litros de agua, ayudando a crear las condiciones para la lluvia.
- 8.000 metros cúbicos de oxígeno, aproximadamente la cantidad que respira una persona a lo largo de 80 años.
- Absorberá 25.000 metros cúbicos de CO2, ayudando a descontaminar el aire y a evitar el calentamiento del planeta.