- Los viajes en avión provocan en Europa de media 5 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que en tren, pero el impacto climático global de volar puede ser hasta 80 veces peor
- Los datos son de un nuevo estudio de Greenpeace, que denuncia que las compañías de bajo coste y las aerolíneas tienen ventajas fiscales escandalosas
- La organización apunta que se incita a la ciudadanía a volar, favoreciendo a las aerolíneas y pide a UE y los gobiernos nacionales que se fomente el tren en su lugar
En un contexto en el que Europa se enfrenta a severas olas de calor cada vez más recurrentes, un nuevo informe de Greenpeace muestra hasta qué punto la injusta regulación de los viajes de larga distancia está socavando el ferrocarril europeo, permitiendo que se explote a trabajadores y trabajadoras del sector y contribuyendo enormemente a la contaminación del planeta, todo en beneficio de las aerolíneas. Según el documento los billetes de tren son de media el doble de caros que los aviones, por lo que Greenpeace ha pedido a las instituciones de la UE y a los gobiernos nacionales que hagan posible que los trenes sean más asequibles que los vuelos.
“Este informe demuestra hasta qué punto se incita a los ciudadanos europeos a volar y se dificultan los viajes en ferrocarril. Estamos en esta situación porque las compañías aéreas se benefician de ventajas fiscales escandalosas. Estos vuelos exageradamente baratos, sólo son posibles porque no se está pagando el coste real. Trabajos precarios, múltiples costes adicionales para los clientes, subvenciones a las aerolíneas con dinero de los contribuyentes, exenciones al queroseno e impuestos reducidos… Para poder viajar de forma sostenible, la ciudadanía merece tener opciones de transporte que sean limpias, eficientes y asequibles, que no perjudiquen al clima, a las personas ni a nuestro planeta”, ha afirmado Cristina Arjona, coordinadora campaña de movilidad de Greenpeace.
Las aerolíneas de bajo coste están perjudicando al ferrocarril en Europa
Según el análisis de Greenpeace, los billetes de tren son el doble de caros que los aviones de media en Europa y hasta 4 veces en el Reino Unido y España. De media en todas las rutas analizadas para España el tren cuesta casi 4 veces más que el avión, por lo que tenemos la segunda mayor diferencia de precio entre el tren y el avión, después del Reino Unido. Viajar de Londres a Barcelona puede ser hasta 30 veces más caro en tren que en avión. Sin embargo, el impacto climático global de volar puede llegar a ser más de 80 veces peor que coger un tren[1]. El estudio ha comparado los billetes de avión y tren de 112 rutas europeas diferentes en 9 periodos de tiempo distintos. De media, los vuelos son más baratos que los trenes en el 71% de las rutas analizadas. Sólo 23 rutas europeas de las estudiadas son más baratas en tren que en avión y únicamente 6 de ellas son operadas por aerolíneas de bajo coste.
Las aerolíneas de bajo coste operan el 79% de las rutas analizadas y en la mayoría de los casos son más baratas que el ferrocarril debido a sus estrategias de precios injustas y agresivas. A veces, incluso los vuelos que incluyen conexiones o transbordos son más baratos que los vuelos directos para las mismas rutas, provocando hasta 10 veces más emisiones de gases de efecto invernadero. Esta práctica, que está destrozando el clima, sugiere, por ejemplo, a los viajeros ir de Londres a Bruselas vía Dinamarca.
Para reactivar el ferrocarril hay que cambiar las injustas reglas del juego existentes
En un contexto de emergencia climática, es necesario que el ferrocarril sea más asequible que el transporte aéreo para reducir drásticamente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) producidas por los combustibles fósiles. Greenpeace pide a los gobiernos nacionales que introduzcan billetes climáticos o abonos únicos de transporte, como la propuesta de Greenpeace España del abono T-lleva, que fomentarían el uso del tren y del transporte público en general. Estos son billetes asequibles y sencillos de larga duración, válidos en todos los medios de transporte público de un país o una región determinada, incluidos todos los trenes y el transporte transfronterizo. Los billetes climáticos pueden financiarse mediante impuestos sobre los beneficios extraordinarios de las empresas, la eliminación progresiva de subvenciones perjudiciales para el medio ambiente o un sistema fiscal justo basado en las emisiones de CO2, entre otras posibilidades. Paralelamente, piden que se ponga fin a las subvenciones a aerolíneas y aeropuertos, empezando por la eliminación progresiva de las exenciones fiscales al queroseno.
El atractivo precio que tienen los billetes de avión es irresponsable e irreal. La industria de la aviación es una de las más dañinas e injusta para el clima y el planeta. En las últimas décadas, la aviación ha sido la fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que ha crecido más rápido en Europa (+29% entre 2009 y 2019 en la UE). Aunque tuvo un retroceso de 2020 a 2022, el tráfico aéreo está volviendo a alcanzar sus niveles prepandémicos, mientras la población se enfrenta a olas de calor y sequías sin precedentes. La revisión de la exención fiscal del queroseno se ha estancado en la UE, mientras que los gobiernos nacionales empezarán pronto a discutir sus presupuestos anuales. Dos oportunidades, entre otras, para debatir estas medidas financieras y, por fin, actuar en favor de un sistema de movilidad asequible, fiable y respetuoso con el medio ambiente en Europa.
Prensa | Greenpeace