WWF presenta hoy su informe anual sobre incendios forestales. En el estudio, la organización alerta de que la peligrosidad de los incendios no ha parado de crecer en los últimos años y se han convertido en verdaderas emergencias sociales. Frente a ello, la organización apunta a que la única alternativa viable es invertir en el medio rural para recuperar un paisaje vivo, diverso, resistente y resiliente.
El año 2023 ha empezado mal y, a pesar de las lluvias de mayo y junio, es probable que debamos prepararnos para una campaña difícil. Hasta el 18 de junio, se han producido en España 14 GIF, cinco veces más que durante la media del último decenio.
Con el 40 % de la Península en alerta por sequía, y una ola de calor muy temprana, facilitó que a finales de marzo se diera en el Alto Mijares (Teruel y Castellón), el primer GIF del año con un comportamiento del fuego absolutamente atípico para esa fecha del año, al igual que el incendio de las Hurdes y Gata que dejaron cerca de 11 000 hectáreas a mediados en mayo. Estas cifras no hacen sino poner de manifiesto el nuevo paradigma de incendios extremos, incluso fuera de la temporada de máximo riesgo.
La crisis climática, el aumento de sequías persistentes, el abandono rural, la escasez de aprovechamientos forestales y la ausencia de políticas serias que gestionen el territorio han transformado el paisaje en un gran polvorín.
La organización alerta de que estos incendios inapagables se han convertido en auténticas emergencias sociales. En 2022, el 80% de los superincendios tuvieron dramáticas consecuencias de protección civil, entre las que se contaron cuatro fallecidos, 90 heridos y más de 30 000 personas evacuadas de forma preventiva.
El informe destaca que España es el país que más presupuesto invierte en extinción por hectárea del mundo y dispone de uno de los mejores sistemas de respuesta contra incendios. Sin embargo, para hacer frente a estos incendios incontrolables la organización insiste en que hay que avanzar hacia un modelo preventivo que apueste por recuperar paisajes resilientes, vivos, rentables y mucho menos inflamables.
Además, es fundamental que la sociedad asuma su corresponsabilidad en la prevención de incendios y aprenda a convivir con el fuego, desarrollando entre otros, planes de autoprotección.
“Si continuamos en esta espiral de inacción preventiva y poniendo todos los esfuerzos exclusivamente en la extinción la situación irá a peor. Debemos pasar de un modelo que prioriza las inversiones en avanzados dispositivos de extinción e ignora los efectos de la crisis climática y la acumulación de combustibles a otro que apuesta por promover paisajes rentables y menos inflamables”, afirma Lourdes Hernandez, experta de incendios forestales de WWF España.
Ante la magnitud del problema, WWF pide que se desarrolle y apruebe una Estrategia Estatal de prevención integral de incendios forestales. En ella habrá que invertir en prevención social y poner la gestión del territorio en primer plano con el objetivo de promover paisajes más resilientes a los incendios forestales.
La organización pide que se reactive la ley de desarrollo sostenible del medio rural con el objetivo de generar empleo digno y asegurar la calidad de vida en la zona rural. Esta medida, debe ir acompañada de una reorientación de las ayudas de la PAC y de la aprobación de una Estrategia estatal de ganadería extensiva.
También las corporaciones locales y la población deben elaborar y aplicar planes de autoprotección en zonas de interfaz urbano-forestal, encaminados a proteger los municipios y las propiedades y disminuir la posible propagación del incendio hacia otras propiedades. Y, por último, aplicar de forma efectiva y ejemplar las sanciones y condenas para disuadir a quienes están detrás de los incendios.